Formol. Una mascarilla y unas gafas de protección. Y siete horas de jornada laboral. Hasta hace muy poco, este era el día a día del personal del laboratorio de Anatomía Patológica del hospital Clínico de Zaragoza, que acaba de adaptar sus instalaciones para garantizar la seguridad de sus trabajadores ante esta sustancia considerada cancerígena por el reglamento sanitario de la Unión Europea.

«Al cabo del rato te lloraban los ojos y se ponían rojos. Sentías cansancio», explicaba ayer una de las técnicos. Sin embargo, la sala se ha convertido ahora en el espacio «con el aire más puro del hospital», según detalló Teresa Ramírez, jefa de servicio de Anatomía Patológica del centro. Para conseguirlo y liberar de formol el laboratorio, se creó un grupo multidisciplinar a principios del 2016 que elaboró un plan de necesidades con el objetivo de adaptar la zona a la normativa.

El formol se tenía que seguir utilizando, ya que es un compuesto muy utilizado en espacios sanitarios para recoger, desinfectante y conservar muestras. «Para minimizar el impacto empezamos por el bloque quirúrgico, que incluye a todo el sector, y cambiamos el sistema de recogida y envío de muestras. Pasamos de los envases tradicionales a un sistema de envasado al vacío y transporte en un una nevera hasta este laboratorio», explicó Ramírez.

Una vez en la sala conocida como de tallaje-macroscopía se produce el «punto crítico» del proceso, ya que es cuando hay que manipular la muestra.

600.000 EUROS DE INVERSIÓN

«Hemos instalado un sistema de dispensación de formol en las propias mesas, que ofrece un suministro cerrado de la sustancia y de eliminación del mismo, sin que se haga ya a través de las garrafas de trasvase que se usaban antes y que, al abrirlas, desprendían y dejaban formol en el ambiente», añadió Ramírez.

Esto ha implicado la instalación de dos depósitos especiales en la sala adyacente, uno con el formol sin usar y otro para recoger el que ya se ha desechado. La obra en gneral ha supuesto una inversión de unos 600.000 euros. «Hemos notado un gran cambio para mejor. Los criterios y la forma de trabajar han evolucionado y también es un paso en la mejora de la calidad del diagnóstico. El hecho de que los técnicos ya no usen las máscaras que dificultaban su labor es una garantía de hacer el trabajo más relajado y con más concentración», añadió la jefa de servicio.

También el paciente es beneficiario de esta adaptación. «Mejora la calidad del procesamiento y de los tiempos de isquemia (disminución de la circulación de sangre) de las muestras, lo que redunda en beneficio del paciente al aumentar la reactividad del tejido a las pruebas que se le realizan posteriormente», comentó Ramírez.

En las próximas semanas se aplicará en el resto del hospital y en los centros de salud de Atención Primaria el uso de envases precargados para la recogida de muestras sin exposición al formol para el trabajador. «Aquí nos llegan biopsias de citologías, autopsias, urología, ginecología o dermatología. Por eso en todo este proceso ha habido un equipo multidisciplinar», indicó Ramírez.

El Servicio de Anatomía Patológica del hospital Clínico cuenta con unos 30 trabajadores y cada año recibe unas 25.000 biopsias del sector. Además, realizan unos 1.000 estudios intraoperatorios en el momento, que son tallados y almacenados en este laboratorio.