Jesús Melero Cortés siempre bromea con su edad el día que cumple años. "Me siento como un chaval", suele decir este agricultor jubilado que vive en Sabinar, un barrio rural de Ejea de los Caballeros. Hoy hace 68 años, pero a él, según sus cuentas, sólo le salen 17. "Es que soy nacido en año bisiesto --explica--, y sólo cumplo años el día 29 de febrero".

De hacer caso a su teoría, tres de cada cuatro años de su vida desaparecerían sin dejar rastro en su carnet de identidad, como un río Guadiana de 36 meses de longitud que se volviera subterráneo al atravesar las planicies del calendario.

Haber nacido un 29 de febrero, el día de san Justo y san Macario, imprime carácter. O al menos así lo piensan las 1.200 personas de todo el mundo que forman parte del Club de los Bisiestos, fundado hace ocho años por el restaurador donostiarra José Manuel Ubarrechena. "Somos una gente especial", afirma. "Y hoy, para celebrarlo, nos vamos a reunir 300 personas en San Sebastián que lo único que tenemos en común es haber nacido un 29 de febrero".

Un capricho del calendario

A las personas nacidas el 29 de febrero los años no bisiestos (tres de cada cuatro) se les plantea una disyuntiva. "Nunca sabemos qué día es más apropiado para celebrar la fiesta de nuestro cumpleaños", dice Jesús. "Entonces, ante la duda, lo que hacemos es esperar al fin de semana más cercano, adelantarlo al 28 de febrero o aplazarlo hasta el 1 de marzo".

Para Ubarrechena, los nacidos en año bisiesto "son un capricho del calendario de Julio César", vigente en parte en la actualidad, "ya que bajo su mandato, 46 años antes de Cristo, se instituyó el día suplementario con el fin de que el año oficial coincidiera con el cronológico".

A sus 8 años recién cumplidos, el zaragozano Jorge Priego también tiene la sensación de ser "alguien especial", explica Mari Carmen, su madre. "Como ya sabe dividir, no para de decir que ha cumplido dos años", señala su progenitora, que, como la inmensa mayoría de los españoles, no sabe a qué obedece que existan años bisiestos.

"Todo es debido a que el movimiento de traslación de la Tierra no dura 365 días, sino 365 días, 45 segundos y 98 centésimas", comenta Ubarrechena, que lamenta la escasa cultura existente sobre un tema que a él le apasiona.

Las calendas de marzo

El desfase es muy pequeño, pero si se acumula el tiempo de cuatro años acaba formando 24 horas, es decir, un día entero. "Si no hubiera bisiestos, si a febrero no se le añadiera un día cada cuatro años --apunta el presidente del Club de los Bisiestos--, al cabo de un siglo se habrían perdido 25 días y sucedería algo rarísimo: el mes más frío no sería enero, sino febrero, y al cabo de cuatro siglos nos encontraríamos con que nevaría en julio".

Hasta el calendario de Julio César, los antiguos romanos sortearon el problema con mayor o menor fortuna, a veces inventando días sin ton ni son. El astrónomo Sosígenes fue el primer sabio de la antigüedad que puso orden en el cómputo cronológico. Añadió un día suplementario cada cuatro años, el denominado bis sextus dies ante calendas martii o sexto días antes de las calendas de marzo.

Pero el problema no estaba todavía resuelto. El calendario juliano, en efecto, se acerca bastante al año real, pero no del todo, ya que 5 horas y 48 minutos no suman 6 horas exactas.

La corrección suponía añadir 45 minutos cada 4 años o, lo que es lo mismo, 8 días por milenio. A la larga se producía un ligero desfase, pero por exceso, no por defecto como había sucedido hasta entonces.

La corrección definitiva llegó en 1582. Por decisión del papa Gregorio XIII, los años divisibles por cien no serían bisiestos, aunque les tocara por ser múltiplos de cuatro. Sí lo serían, en cambio, los divisibles por 400. De esta manera se eliminaban tres días (tres bisiestos) cada cuatro siglos. Además, para que las cuentas cuadraran fue necesario que el jueves 4 de octubre fuera seguido por el viernes 15 de octubre.

Desaparecieron, por decreto papal, once días que jamás existieron. Este boquete en el calendario explica, entre otras cosas, que la Revolución Rusa, que se llama de octubre, ocurriera en realidad en el mes de noviembre.

"Esta cultura en torno a los años bisiestos me parece de un gran interés y ése es uno de los objetivos de nuestro club", sostiene Ubarrechena.

Pero el Club de los Bisiestos tiene otras finalidades más inmediatas. "Este año --indica su presidente-- hemos pensado en organizar, para más adelante, otra fiesta con los niños nacidos el día de hoy en toda España".

El caso de Jorge Priego, que en teoría sólo cumple un año cada 48 meses, asombra a sus compañeros de colegio en Zaragoza. "Para él, que no sabe muy bien de dónde viene su peculiaridad, es un motivo de orgullo", señala su madre.

¿Tienen algo en común los nacidos en año bisiesto al margen de la coincidencia cronológica? "Mi hijo es muy movido, nunca para", observa Mari Carmen.

"No me extraña", afirma José Manuel Ubarrechena. "Nada más hay que darse cuenta de una cosa: los Juegos Olímpicos siempre caen en año bisiesto".