Es inevitable. Si se visita un club de bridge la mente viaja automáticamente a los universos criminales de Jessica Fletcher o de Agatha Christie. Será por la decoración con tapetes verdes y latones envejecidos, tan british. O por ese ambiente relajado de la alta sociedad que se respira según llegan las socias a sus partida vespertina. Luego, indagando, se descubre que la presidenta de la entidad es autora de novela negra y se cierra el círculo.

Asesinato en el club de bridge es el título de una de las obras escritas por Pilar González, de 79 años, entusiasmada por este juego de cartas que llegó a Zaragoza para llenar con sus enrevesadas reglas las tardes de ocio de la burguesía de una ciudad todavía gusanera. «Es divertidísimo», justifica sobre su afición. El club zaragozano tiene gran solera y es uno de los más prestigiosos de España. Su primera sede estuvo en el casino y con el paso de los años viajó por otras zonas nobles, incluyendo el paseo de la Independencia o la calle Costa. Las sillas en las que todavía se sientan a jugar conservan el anagrama de su primer local, trasladando a través de los tiempo el ambiente de joyas, cristales tallados y mayordomos con librea.

En la actualidad ocupan un amplio local en la avenida César Augusto. Por los grandes ventanales se cuela el tráfico de coches que parece no perturbar la callada concentración de las jugadoras. La media de edad es alta, casi todas son mujeres. «Normalmente podrían venir un centenar, pero la pandemia nos obliga a limitar el aforo», asegura con entusiasmo contagiosos José Jiménez. A sus 33 años es el árbitro y profesor más joven de la asociación española. Y no duda en recomendar a cualquiera que se apunte a las clases gratuitas que ofrecen para facilitar la iniciación.

Cultivar la mente

El bridge es un juego que se considera deporte olímpico, asociado a las disciplinas de mente, como el ajedrez. No interviene el azar, pues todos los participantes comienzan con los mismos recursos. Afirma que trasciende de sexos, culturas o edades. Y destaca que se puede empezar a practicar desde muy pronto, aunque en Zaragoza primen las socias de edad avanzada. Con todo, es un excelente ejercicio para mantener en cerebro en forma, como demuestran fieles al tablero con Maribel, que acude a sus 93 años a su cita con los tréboles, picas y diamantes puntual como un reloj. Ella es la persona de más edad.

«En universidad y colegios de todo el mundo lo tienen de asignatura, ya que está basado en el ingenio y la memoria», destaca Jiménez. Todos los asistentes se conocen, destacan que han generado una gran comunidad que además les permite viajar por el mundo de club en club y entenderse en todos los lugares. Según indica Pilar, mientras perfila alguna trama criminal, entre sus filas cuentan con belgas, noruegos o sirios. «Es una pena que no esté más extendido», reflexiona.

Para renovar número de socios ofrecen, como ya se ha dicho, cursos de iniciación por las mañanas. Las partidas suelen durar unas tres horas y media, por eso las hacen ideales para personas ya jubiladas con tiempo libre e inquietudes. Ordenan las cartas en la mano y con unas tarjetas se van haciendo indicaciones. Luego usan unas curiosas calculadoras especiales, con intrincados símbolos, para llevar el recuento de la puntuación. «Con este juego nunca te haces viejo», reflexiona Jiménez viendo la vitalidad de sus alumnas.

En Madrid o Barcelona las aficionadas al bridge se suelen reunir en hoteles y sitios de ese estilo. Por eso consideran que la capital aragonesa es muy afortunada al contar con una asociación sin ánimo de lucro que vele por la difusión de esta práctica. Miss Marple hubiera estado feliz observando el microcosmos de bolsos y abrigos de visón que se reúne en la sedes. «No podemos negar que el juego siempre ha sido muy elitista, como el golf, algo que practicaba la clase alta, pero ahora estamos buscando lo contrario, abrirnos a todos», destaca Pilar.

Jiménez pide que no se tenga miedo. La disciplina se puede aprender en unos meses y a partir de ahí «siempre ofrece satisfacciones». Lo compara nuevamente con el ajedrez, pues según se memorizando las secuencias y jugadas «evoluciona» ofreciendo más placer. «Los juegos sencillos cansan enseguida», demuestra. El confinamiento no les restó entusiasmo y por internet pudieron jugar con gentes de Taiwán o Madagascar. Nombres que incluso evocan la época dorada del bridge.