La colaboración ciudadana, que muchas veces reviste la forma de llamadas anónimas, está permitiendo descubrir en Aragón casos de maltrato animal que hasta ahora pasaban inadvertidos o que resultaban más difíciles de detectar e investigar. El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil, que dedica una parte importante de su actividad, hasta el 20%, a la persecución de los delitos y faltas de crueldad hacia los animales, tiene en este tipo de comunicantes no identificados uno de sus mejores aliados.

Pese a ello, el número de casos de malos tratos que constituyen delito o infracción administrativa no aumentan de un año para otro y se mantienen en cifras estables, según apunta el teniente José Antonio Gila, responsable del Seprona en Zaragoza. «En lo que va de año se han registradodenunciado tres casos, igual que el año pasado por estas fechas, y lo mismo puede decirse de las faltas», explica.

Los casos que constituyen delito sorprenden por el estado deplorable en el que vivían las víctimas y también por la gravedad de la situación a la que se veían condenadas por la desatención de sus responsables.

El primero de los delitos se destapó el mes de febrero pasado en El Burgo de Ebro, donde se abrió una investigación al propietario de una finca rústica que tenía un criadero ilegal de perros con 12 ejemplares, cinco de ellos muertos y el resto en pésimas condiciones higiénicosanitarias. Los animales supervivientes estaban sucios, famélicos y heridos.

Otra intervención tuvo lugar en una localidad de la zona de Calatayud, donde fueron hallados perros ahogados. Finalmente, el pasado mes de julio un joven de 26 años fue detenido en Épila como supuesto autor de tres delitos de maltrato animal. Se le acusó de dispensar un trato vejatorio a sus mascotas y de dejar morir de inanición a sus dos perros. Además, poseía un caballo con visibles síntomas de desnutrición y abandono.

«La mayor concienciación ciudadana se ha traducido en un incremento de las denuncias», señala Gila, que recuerda que, hasta hace dos décadas, España carecía de una legislación específica sobre maltrato animal, lo que dificultaba que fuera perseguido legalmente.

«La implicación de los ciudadanos es clave para destapar estos casos», añade el responsable del Seprona. Esta mayor preocupación social por el trato que se da a las mascotas y al ganado es consecuencia de una evolución de las mentalidades. «Lo que hace 25 años no se veía mal, ahora sí causa indignación», manifiesta el teniente.

De hecho, la propia legislación, recogida en el Código Penal y otras normativas, es cada vez menos genérica y distingue entre distintos tipos de malos tratos que gradúa en función del daño infligido. «Maltrato no es solo pegar, también lo es desatender al animal y no darle de comer y beber, bien sea por acción o por omisión», indica Gila. «El propio abandono es un tipo de maltrato», añade. El Código Penal contempla penas de tres a 18 meses de cárcel, así como inhabilitación especial. En cuanto al abandono, es una variante leve o atenuada del maltrato, con pena de multa e inhabilitación.