Ellos saben dar la lata cuando toca... O presumir de las más curiosas etiquetas. Y es que el coleccionismo tiene mil caras. Más de 60 expositores reunió ayer la Convención de Otoño del Club Español de Coleccionismo Cervecero (CELCE) en las instalaciones del cámping de Zaragoza, curiosa entidad nacida en los 80 en Valencia que hoy tiene carácter nacional. Allí hubo representación de todo el país y hasta de Argentina, sin olvidar a muchos miembros de La Jarra (entidad de la tierra que se suma también a estos coleccionistas). Desde su presidente, Carlos Llop, a Jesús Betorés, que se encargaba de la organización del encuentro del CELCE a nivel local. El tesorero del club, Luis María de la Sierra, o Unai Mensuro, responsable de márketing del cámping, coincidieron entre aquellos curiosos expositores, donde cada uno lucía sus joyas. Cristalería, posavasos, pins, abridores... "Yo tengo una estufa de metro y medio de El Águila, que es única", decía Betorés. "Y, en una ocasión, hasta rescaté un mosaico único, de 1905, que era una joya". Las piezas de firmas exóticas y de marcas ya desaparecidas llamaban la atención. El evento terminó con aperitivo y comida de hermandad. Como regalo, ediciones limitadas como la que dedicó a Bunbury La Zaragozana. Cerveza para brindar, para mirar... Y para lucir como una joya de colección.