El comercio físico ha sido otro de los grandes perjudicados de la crisis del coronavirus, sobre todo las tiendas de moda, calzado y complementos. Aunque los cierres de locales vienen siendo una constante desde la gran recesión del 2008, el fenómeno se ceñía sobre todo a los barrios más alejados del centro de Zaragoza. La cosa ha cambiado a raíz de la pandemia, a la que han sucumbido también las zonas nobles y neurálgicas de la ciudad. En la mismísima calle Alfonso I, una de las arterías con más tirón, nunca se habían visto tantas persianas bajadas. Pero si hay una vía que encarna este declive es el paseo Damas, que en el último año se ha vaciado a marchas forzadas y ha perdido atractivo.

Desde el estallido de la crisis sanitaria han cerrado una veintena de establecimientos en esta calle y su entorno próximo, uno de los lugares más populares del comercio por la cercanía de El Cortes Inglés de Sagasta. Dos buques insignia como Stradivarius y Mango han desaparecido en este tiempo y poco antes lo hizo Pull&Bear, que pertenece al grupo Inditex, al igual que la primera de estas firmas.

También se han ido al traste la tienda de lencería Simonett, la zapatería Marypaz o, la semana pasada, la de moda de mujer Festa, que llevaba más de 30 años en esta ubicación, así como oficinas bancarias y otros pequeños locales de accesorios para móviles, bazar o peluquería. Esta misma semana dirá su adiós Tiger, que ocupa un gran local en el número 31. La próxima calle León XIII está poblada igualmente de carteles de se alquila y en fechas recientes ha cerrado, entre otras, la firma de ropa infantil Pili Carrera.

Gilca, resiste la crisis

«Estamos preocupados. Los precios de los locales son altos y la venta al público se ha complicado mucho con el covid», lamenta Ángela Gil, gerente de la emblemática tienda Gilca, que lleva más de 50 años en Damas. «La pandemia se ha notado mucho en las ventas. La tónica es no gastar, ahorrando por lo que pueda venir», apunta.

«La calle estaba en decadencia, pero con covid ha caído en picado», asegura el encargado de Foot on Mars, una tienda de zapatillas que abrió sus puertas en esta calle seis meses antes de la pandemia. «Nos está salvando la venta online, pero esta ubicación no nos está dando la rentabilidad que esperábamos. Si esto sigue así, cambiaremos», asegura.

A pesar del declive, las rentas de alquiler de la zona apenas han bajado, según lamentan varios comerciantes de la zona consultados. «Los precios siguen por las nubes», afirman. En uno de los portales inmobiliarios más de internet pueden verse anuncios de esta calle en los que se piden 5.000 euros al mes por un local de 90 metros cuadrados o 7.000 por uno de 200. Algunos reprochan además la escasa sensibilidad que han mostrado ciertos caseros a la hora amoldar los precios a la situación bajas ventas que vive el comercio.