Llegó el esperado día del juicio contra Igor el Ruso, el autor confeso del triple asesinato de los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero y al ganadero José Luis Iranzo el 14 de diciembre del 2017. Durante más de una hora se ha estado seleccionando el jurado popular en la Audiencia de Teruel, cuyos miembros deberán decidir si el exmilitar serbio Norbert Feher actuó en defensa propia, tal y como señala su abogado, o fue un asesinato que merece la mayor de las condenas posible: la prisión permanente revisable; que es la solicitud de las acusaciones.

El importante dispositivo policial activado vuelve a destacar por la condición de preso peligroso que fue calificado y que ayer demostró agrediendo a cuatro funcionarios de prisiones. Un número de agentes tanto de la Policía Nacional como de la Guardia Civil nada tiene que ver con aquel diciembre del 2017 cuando saltaron todas las alarmas en unos robos que acabaron en tentativas de homicidio de Albalate del Arzobispo y que 9 días después derivaron en este triple crimen. Fue cuando los agentes buscaban a un sospechoso con los medios materiales y personales propios de la zona, sin apoyo de, por ejemplo, el Grupo de Reserva y Seguridad (GRS) del instituto armado.

Su regreso a Teruel, esta vez para rendir cuentas por sus mayores crímenes, ha desatado un gran interés mediático, como lo demuestra el hecho de que se han acreditado 60 periodistas para seguir las sesiones del juicio por vía telemática. La magnitud de la acusación (90 años de cárcel por tres delitos de asesinato, dos de ellos enmarcados como atentados a agentes de la autoridad, uno de tenencia ilícita de armas y tres más de robo con violencia) pone de manifiesto el desastre que supuso para Teruel su paso por la provincia.

Un territorio hasta entonces relativamente seguro se convirtió de repente en una tierra capaz de albergar a asesinos de la peor especie que huían de cualquier contacto con la sociedad en sus extensiones apenas habitadas. Además, según mantiene la acusación ejercida en nombre de los guardias civiles muertos en acto de servicio, reveló que los agentes no estaban debidamente protegidos y suscitó un debate, todavía no resuelto, sobre las condiciones en las que las fuerzas de seguridad desarrollan su labor en esa zona de Aragón y la idoneidad de la forma en que se llevó a cabo el servicio.

Un reguero de sangre en Italia

Norbert Feher llegó a España, en una fecha sin concretar, huyendo de la Justicia italiana. En el país transalpino dejó un reguero de sangre, con dos asesinatos, los de Fabbri D. y Valerio F. en las ciudades de Bolonia y Ferrara, así como otros seis delitos, dos de ellos por robo. Por ello su reaparición en España, en la provincia de Teruel, en el 2017, tras llevar un tiempo sin saberse nada de él, despertó un gran interés en la prensa italiana.

Para los informadores de ese país, Igor el Ruso era, pese a su peligrosidad, un delincuente goffo, o sea, torpón. Una imagen muy distinta de la que tiene en España, donde el fiscal que calificó los delitos de Andorra subraya que llevó a cabo los crímenes «de forma fría y reflexiva».

En cualquier caso, asegura el ministerio público, Norbert Feher, sobre quien recae la agravante de reincidencia, no padece ninguna enfermedad mental que aminore su entendimiento. Es una persona plenamente responsable de sus actos, por lo que judicialmente, pese a su mirada desafiante, no tiene escapatoria.