La Comisión de Control de Caja Inmaculada detectó desde 2004 un "excesivo control" por parte del director general de CAI -Luis Calvera hasta agosto de 2005 y especialmente Tomás García Montes hasta diciembre de 2009- y un alto grado de concentración del riesgo en el sector promotor e inmobiliario.

Así lo han asegurado hoy en la comisión de investigación sobre Caja Inmaculada creada en las Cortes de Aragón tres de los miembros de la Comisión de Control de la entidad: el presidente entre mayo de 2004 y mayo de 2008, José Luis Casao; el vicepresidente entre mayo de 2010 y diciembre de 2013, Guillermo García Mercadal, y el vocal entre mayo de 2006 y diciembre de 2013 Francisco Javier Basols.

Los tres han coincidido en señalar que el poder de García Montes era excesivo y de sus respuestas a los diputados ha quedado claro que la relación con el exdirector general con los órganos de gobierno y con sus subordinados no era cordial ni fluida.

Casao ha apuntado que las "relaciones humanas" no eran "lo mejor" de García Montes y que éste, al tener "excesivo poder", no ofrecía información adecuada sobre muchas operaciones, en concreto sobre las relacionadas con CAI Inmuebles, sociedad participada creada en el año 2001 por Luis Calvera y en la que el director general actuaba como "socio único".

También García Mercadal ha considerado que el director general tenía "exceso de poder" y ha dicho que el presidente de la entidad debería haber tenido "poder ejecutivo" para contrarrestar este poder, algo que también ha manifestado Basols, quien ha dicho que la mejor forma de organización para una entidad como la CAI no era un "poder absoluto" del director general.

Ante la comisión que analiza el control de la gestión, la activad de la alta dirección, la actividad de las sociedades participadas por CAI o el contexto en el que se desarrolló la gestión empresarial de la entidad, Basols ha considerado que la "percepción del riesgo" del negocio inmobiliario y promotor de Calvera primero y de García Montes después era "muy bajo" y que la seguridad de éste último en los beneficios a largo plazo del negocio inmobiliario era "desmedida".

Algo que Basols ha dicho que no entiende en una persona de su preparación. García Montes creía, ha añadido este vocal de la Comisión de Control, que se había entrado en un "círculo virtuoso" del que no se iba a salir" y que era una persona a la que era "difícil llevarle la contraria" y que daba "poco margen a la réplica o a la contraposición".

La Comisión de Control, según sus miembros, no detectó "alarmas" por el excesivo porcentaje que suponía el sector promotor e inmobiliario en el negocio total de la caja, algo que Casao ha dicho que fue una "decisión no acertada", aunque no una "mala práctica".

"Nadie advirtió de la dimensión de la tragedia", ha apuntado, entre otras cosas porque las operaciones que controlaba este órgano llegaban ya aprobadas por el Consejo de Administración y con todos los informes técnicos requeridos, entre ellos las tasaciones hechas por terceros que justificaban las inversiones realizadas en el sector.

También García Mercadal ha manifestado que se apostó "demasiado" por la rentabilidad inmediata del sector inmobiliario y Basols ha asegurado que la Comisión de Control nunca tuvo información sobre "hasta donde llegaba el montante global" del riesgo promotor en la caja.

Basols sí que ha considerado que a la vista de los resultados, el control de las operaciones de CAI podría haberse "mejorado", pero ha justificado el trabajo del organismo de control, que se tomaba su labor "con responsabilidad".

Respecto al trabajo de la Auditoría Interna de CAI, ha indicado que "quizá" esta no fuere "totalmente independiente", algo que también ha dejado entrever Casao, quien ha apuntado que su trabajo podría estar "condicionado" por el director general.

Nunca la Comisión de Control vio "salvedades" en los informes de esta Auditoría Interna, pero tampoco en los que confeccionaba la empresa de auditores externos sobre las operaciones de CAI.