Un inmigrante ecuatoriano en Zaragoza, O. E. Y., se sentó ayer en el banquillo de los acusados de la Audiencia de Zaragoza para responder de un presunto delito de abusos sexuales en la persona de su hija, una menor de 13 años. La muchacha, nacida en Ecuador, no conoció personalmente a su progenitor hasta el 2008. En el 2012, instalada en Logroño con su madre, entabló una relación con su padre a través de Facebook y se desplazó a Zaragoza en varias ocasiones.

En esos viajes, que fueron tres según la denunciante, O. E. Y. mantuvo relaciones sexuales con ella en el domicilio paterno, sin que mediara violencia ni coacción. La fiscala y la acusación particular, ejercida por Julio Palacios, piden ocho años de cárcel, pero la defensa, del despacho de Irene Romea, sostiene que los hechos son falsos y pide la absolución.

El propio acusado negó taxativamente las imputaciones. «¿Cómo puedo hacer eso a una persona que es de mi sangre?», preguntó durante el juicio, que continuará el 21 de julio. El denunciado aseguró, además, que por sus horarios laborales no estaba en casa a las horas en que supuestamente abusaba de la menor.

«Al principio, él dormía conmigo en el sofá-cama del salón, y, cuando no estaba su mujer, en la cama de él, con mi hermano en la cuna», relató la denunciante, que en la actualidad tiene 18 años. Afirmó que no reveló nada porque «no quería estropear el matrimonio», pero que se sentía mal y tenía pesadillas.