Patxi López defendió ayer en la sede socialista de la calle Conde Aranda de Zaragoza, ante medio centenar de militantes, su candidatura de «unidad» a la Secretaría General del PSOE. Una propuesta alejada de los «insultos y descalificaciones» que a su juicio van tomando protagonismo en la campaña. «Tenemos que reconocer que la división es suicida en el PSOE, ¿cómo vamos a enfrentarnos con la derecha? ¿Estamos ciegos que no vemos lo que está pasando en otros países, donde el socialismo está desapareciendo?», inquirió.

Al exlehendakari y efímero presidente del Congreso le introdujo el alcalde socialista de Monzón, Álvaro Burrell, que presumió de haber apoyado a López como líder incluso antes de que él mismo se postulase. Le considera el epítome del compañerismo, «quien me ha enseñado lo que es un compañero, término que tanto oía cuando comenzaba en política y en UGT», recordó.

SIN FISURAS / El compañero López ahondó en esta idea y apostó por la unidad, salga quien salga de los comicios internos, y prometió apoyar sin fisuras a quien sea elegido, de no ser él. Aunque confía en serlo, porque tiene la receta para recuperar al PSOE, recopilada tras escuchar a la militancia en 40 años y en 43.000 kilómetros recorridos, «una vuelta al mundo», en esta campaña.

La receta de Patxi López se estructura en dos partes, en clave interna y externa. La primera, para evitar la desunión y la imagen de guerra interna que se han ido ganando en los últimos años, y de la que no se quitó culpa, hablando siempre en primera persona del plural. «Para que no tengáis que volver a sufrir algo como el comité federal del 1 de octubre, pero tampoco los últimos congresos, con Rubalcaba diciendo que ya se iba quitando puñales en el coche nada más ser elegido en Sevilla», recordó.

Para ello propone cuatro medidas. La posibilidad de que el Comité Federal destituya al secretario general con una moción de censura, pero con el voto de la militancia; la consulta a esta solo de las «cuestiones trascendentales» que se acuerden; la realización de un balance anual de estrategias y resultados ante los afiliados y la implantación de un sistema de segunda vuelta en las primarias, sin avales previos, que contribuya a «dar legitimidad» al elegido.

Pero el discurso de López se centró en la clave externa, en «lo que va a pasar el día 22 -cuando ya haya secretario general-, no el 21». López se propone «recuperar la política para gobernar, que se ha abandonado para adoptar los dogmas de la derecha neoliberal». Por ejemplo, que no se pueda luchar contra el mercado, o que la economía sea algo ajeno a la política. «Tiene que ser la política la que coja a la economía y la ponga al servicio de la sociedad».

En este sentido, desechó la idea de que solo los empresarios puedan crear trabajo, y abogó por el empleo público, en sectores estratégicos. Igualmente, reiteró que, de gobernar algún día, derogará la reforma laboral del PP y luchará por recuperar la negociación colectiva y los sindicatos de clase, «lo único que protege a los trabajadores» También reformaría la fiscalidad para combatir el fraude.

Otras de sus líneas estratégicas pasan por el feminismo, elevando «a la Constitución» la lucha contra la violencia de género, para que no dependa de un Gobierno «vaciarla de recursos», como a su juicio ha hecho el PP. El PSOE, razonó, ha de reivindicar su O de Obrero, dejando la «falacia» de gobernar para todos.