El monasterio de Santa María de Jerusalén es relativamente moderno. Se inauguró a finales de la década de los 40 del pasado siglo y supuso el traslado al nuevo emplazamiento de las monjas, que hasta entonces habían vivido en el paseo Independencia. De ahí que todas sus dependencias, incluida la iglesia, presenten un estilo uniforme en el que predomina el uso del ladrillo. Sin embargo, lo que le da valor es el hecho de que está rodeado por casi dos hectáreas de huerta, un lujo en una ciudad que ha ido ocupando todos los solares disponibles, en particular los de los colegios religiosos, con sus grandes patios de recreo y otras instalaciones, que en la mayoría de los casos han acabado trasladándose a puntos más o menos distantes del extrarradio de la capital aragonesa.