Ángel Díaz, de 67 años, trabajó como mecánico de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos (USAF) en la Base de Zaragoza entre 1971 y 1992, año en el que los norteamericanos pusieron fin a su presencia militar en Zaragoza. Fue una época de su vida que le marcó y de la que guarda un grato recuerdo.

«Yo formaba parte de la USAF pero como personal civil, a través del Ministerio de Defensa, y me encargaba de la supervisión de los aviones», explica Díaz, que nació en Tánger (Marruecos), pero está vinculado a la localidad zaragozana de Uncastillo.

«Allí todo se hacía siguiendo un libro que describía los procedimientos paso a paso, step by step, como decían ellos», indica el mecánico jubilado, que asegura que estaba «muy contento» con sus jefes y compañeros estadounidenses.

«Cuando un avión aterrizaba había que revisar todos los elementos y dejarlo en perfecto estado para el siguiente vuelo», continúa. Su trabajo era supervisado concienzudamente y, si algo no cuadraba con las instrucciones, se daba cuenta inmediatamente del fallo. «Eran muy meticulosos con todo y nos daban cursos continuamente para actualizar nuestros conocimientos», agrega Díaz, que entró como aprendiz al servicio de la USAF.

«Si se daban cuenta de que no tenías el libro al lado, la tarea se paralizaba de inmediato y había que hacer de nuevo aquello que tenías entre manos», cuenta.

Con los americanos «cobraba el doble» de lo que hubiera percibido en el Ejército del Aire español, donde siguió hasta la jubilación una vez se hubieron marchado los norteamericanos.

«Fuera del trabajo eran buena gente, yo diría que como todo el mundo, aunque había de todo», afirma. «Muchos eran jóvenes, entre 22 y 40 años, y salían por Zaragoza los días de fiesta».

Él se movía por la parte americana de la base, que «era como una pequeña ciudad norteamericana», con sus chalets ajardinados, su iglesia, su pabellón polideportivo, la bolera, el cine y hasta una pizzería.

Sus dos décadas al servicio de la USAF le sirvieron para hacer amistad con varios americanos. «Hay tres o cuatro de ellos que todos los años me llaman para felicitarme la Navidad», subraya. Con todo, pese a que está muy agradecido a los estadounidenses, él insiste en que su «primera patria» es España.