Y es que los diferentes territorios que componían la Corona de Aragón llevaban ya casi 2 años sin lo que hoy en día llamamos un jefe de Estado. El Rey Martín el Humano había muerto en Barcelona el 31 de mayo de 1410 y lo había hecho sin herederos legítimos. Su hijo Martín el joven había fallecido en julio del año anterior en la ciudad sarda de Cagliari tras haber sometido por enésima vez a los señores feudales de esta isla mediterránea, a la que casi podría considerarse como «el Vietnam de la Corona de Aragón». Este había dejado un hijo, Fadrique de Luna, pero lo había tenido fuera del matrimonio por lo que no tenía legitimidad para alcanzar el trono. Aún así, los meses siguientes un desesperando Martín trató de buscarle apoyos para declarar como su sucesor a su nieto, pero nunca los logró.

A la muerte del rey comenzó el llamado interregno y todo parecía presagiar una guerra civil por la sucesión, pues esa solía ser la forma en la que estas cuestiones se acababan solucionando durante siglos en casi cualquier parte del mundo. Fueron varios los candidatos que aducían sus derechos a la corona, lo que provocó diferentes enfrentamientos entre la nobleza e incluso algunos asesinatos de carácter político, como el del arzobispo de Zaragoza García Fernández de Heredia que apoyó al francés Luis II de Anjou, por entonces heredero al trono de Nápoles.

Sin embargo, y a pesar de diferentes conatos de violencia, las instituciones de los diferentes territorios de la corona lograron mantener cierto orden y que la difícil situación no desembocara en una guerra civil abierta. Pero el tiempo fue pasando y ninguno de los candidatos al trono logró los suficientes apoyos como para imponerse, de modo que se iniciaron en Calatayud una serie de conversaciones que continuaron en Alcañiz donde los representantes del reino aragonés con el acuerdo de los catalanes en Tortosa establecieron el mecanismo que usarían para elegir al nuevo monarca.

El acuerdo se firmó ese 15 de febrero estableciendo que se elegirían 9 comisarios en representación de los territorios de la corona aragonesa que serían los encargados de seleccionar en la localidad de Caspe, aragonesa pero muy cerca tanto del Reino de Valencia como del condado de Barcelona, al sucesor del Rey Martín.

Y el resto es historia. En marzo de 1412 se iniciaron los debates en Caspe que terminaron con la elección de Fernando de Antequera el 25 de junio, siendo proclamado el día 28 comenzando el gobierno de una nueva dinastía en la Corona de Aragón. Esto no supuso el fin de las disputas, pues Jaime de Urgel no aceptó la decisión de los comisarios, pero eso da para otra entrega histórica en los próximos meses.

Aún a pesar de los conatos de violencia que hubo, ya que no hay que mitificar esos 2 años de interregno, aún así el proceder de las gentes de la época está fuero de lo común y hacen gala de la voluntad de llegar a un entendimiento de la forma más pacífica posible en un tiempo en que lo fácil era iniciar una guerra en el más amplio sentido de la palabra. Y todo esto contrasta con la actualidad en la que esa voluntad de entendimiento brilla muchas veces por su ausencia en la política actual que afronta una situación crítica y en la que cuestiones que deberían ser sencillas de abordar como por ejemplo el afrontar una pandemia con unanimidad de criterio, parece que sea un objetivo inabordable pero que no debería ser así.

Candidatos al trono

FADRIQUE DE LUNA

Hijo ilegítimo de Martín el Joven y nieto del rey Martín el Humano.

JAIME, CONDE DE URGEL

Muchos lo consideraban como el favorito a la sucesión.

ALFONSO DE ARAGÓN

Era conde de Ribagorza y Denia, duque de Gandía y marqués de Villena.

FERNANDO DE TRASTÁMARA

Era hijo de Juan I de Castilla y Leonor de Aragón, la hermana del difunto rey Martín y por lo tanto su sobrino.

LUIS DE ANJOU

En el momento del compromiso Luis era duque de Calabria y heredero al trono de Nápoles. Gozó de un importante apoyo tanto Aragón como en Valencia.