La Audiencia de Zaragoza ha condenado a Efrén Federico T. A. a 12 años de cárcel y al pago de una indemnización de 17.000 euros más 200 euros por las lesiones como autor de un delito de agresión sexual en la persona de una mujer de 40 años que padece un ligero retraso mental, lo que la convierte según el tribunal en una víctima vulnerable.

El acusado, que trabaja de repartidor de frutas y verduras, conocía a su víctima debido a esta circunstancia, dado que los padres de ella regentan un puesto en un establecimiento de la capital aragonesa. En el juicio mantuvo en todo momento su inocencia y negó incluso haber estado el día de los hechos con la denunciante.

La sentencia, que se sostiene en la verosimilitud, consistencia y continuidad de la denuncia de la víctima y de sus declaraciones durante el atestado y la causa judicial, incluye además una medida de alejamiento, con prohibición de aproximación a menos de 200 metros del domicilio, lugar de trabajo, centro de estudios o cualquier otro espacio que frecuente la agredida, así como la prohibición de comunicación con la misma de cualquier forma y por cualquier medio por tiempo de 15 años.

Cita telefónica

Según el fallo, el acusado, mantuvo conversaciones con la mujer, con la que quedó el 14 de octubre del 2017 para que lo acompañara en su ruta de reparto, tras haberle señalado, en otra ocasión, que “tenía una sonrisa y unos ojos muy bonitos” y preguntándole si había tenido relaciones sexuales alguna vez.

Además, “se ofreció para hacerlo cuando lo deseara y facilitándole el número de su teléfono móvil, quedando en llamarse, lo que hizo la denunciante quien le telefoneó varias veces desde el teléfono fijo de su casa”.

El acusado aprovechó tal ocasión para formular a la denunciante preguntas relacionadas con su vida privada y manifestarle que “si nunca había hecho el amor tenía que hacerlo, a lo que él estaría dispuesto”.

Llegada la fecha que habían quedado, según la sentencia, “el procesado pasó a recoger a la denunciante e hizo el reparto por varios establecimientos situados repartidos por la ciudad. Finalmente, se dirigieron a un descampado situado en la calle Reina Felicia donde detuvo su vehículo y extrajo las llaves del contacto, y tras subirle la camiseta y el sujetador a la mujer empezó a realizarle tocamientos en los pechos mordiéndole los mismos, introduciendo sus manos por el interior del pantalón y manoseando sus genitales y nalgas.

Amenazas

Seguidamente, le indico que saliera de la furgoneta y se acomodara en la zona de carga, advirtiéndole que si no lo hacía les haría daño a sus familia y a sus padres y comunicándole que iban a realizar el acto sexual.

Acto seguido le indicó que se inclinara hacia adelante apoyada sobre sus codos y tras bajarle el pantalón y colocándose encima de ella por la espalda la agarró fuertemente por las muñecas desde detrás penetrándole vaginalmente. A continuación, el procesado la conminó para que se pusiera de rodillas introduciendo su pene en la boca de la víctima y eyaculando dentro, lo que provocó náuseas a la mujer.

La víctima, recoge la resolución, “padece un retraso mental ligero, su grado de madurez personal y de autonomía en las distintas áreas está muy por debajo de su edad (40 años) así como su madurez afectiva con un elevado grado de dependencia emocional”.

"Testimonio válido"

Su relato, que realizó entre sollozos y muy nerviosa, “resulta creíble y tiene capacidad para prestar testimonio válido”. Además, ella “no tiene capacidad para prestar consentimiento a las relaciones sexuales y en un conocimiento de varios encuentros y contactos, incluso no extensos, resulta evidente para cualquiera que se trata de una persona fácilmente manipulable y con limitaciones intelectuales”.

Asimismo carece de capacidad para la fabulación, siendo solamente capaz de decir mentiras pequeñas, pero no relatos complicados. Su conocimiento en materia sexual es semejante al que pudiera poseer un niño de seis años, resume la sentencia.

La víctima fue representada en la vista oral por el abogado Francisco Javier Bellot, mientras que la defensa del acusado corrió a cargo de la letrada Ana Alcay.