J.A.N.G ha sido condenado a tres años y medio de prisión por estafar a sus tíos hasta dejarlos arruinados, al haberles pedido ayuda para un préstamo de 20.000 euros pero haberles endosado, como solicitantes o fiadores, créditos por valor de casi 300.000. Los magistrados de la Sección Sexta de la Audiencia Provincial de Zaragoza le consideran autor de un delito continuado de estafa agravada, por el que además de la pena de prisión le imponen una multa de 2.168 euros y la obligación de pagar el dinero con intereses, y las costas del proceso.

Los hechos que ven probados coinciden sustancialmente con la acusación que mantenían tanto la Fiscalía como los tíos, representados por la abogada Eva Parra. Es decir, que J.A.N.G, en septiembre del 2015, habló con sus parientes para explicarles que estaba atravesando problemas económicos con su empresa, la escuela de negocios Esoen Business School, que había constituido con la que por entonces era su pareja.

Les pidió que le ayudasen con un préstamo de 20.000 euros, en el que también participaban sus padres, y ellos accedieron. El 17 de septiembre fueron a un notario, que les tenía preparado un poder. Su sobrino les explicó por teléfono que no podía ir, pero que lo que firmaban era para no tener que acudir personalmente cada vez que tuvieran que hacer una gestión, «solo en relación con este préstamo que habían aceptado».

Pero el poder facultaba a J.A.N.G para concertar los préstamos que quisiera en nombre de los firmantes, así como a garantizar, afianzar y avalar cualquier clase de obligaciones de Esoen Business School.

Así, después de esta primera firma, confirmada después en el banco, por los 20.000 euros, J.A.N.G, «sin contar con el consentimiento, ni conocimiento de los poderantes», obtuvo préstamos por un valor aproximado de 294.000 euros, en los que figuraban, como prestatarios o como fiadores, sus tíos y sus padres, y la empresa como beneficiaria.

Los ingresos fueron a la cuenta personal del condenado o a las cuentas de la escuela de negocios y, según el detalle que recoge la sentencia, la mayoría fueron para cancelar cuentas de la mercantil, aunque algunos importes no se sabe adónde fueron a parar.

Lo que coincide en todos los casos es que las cuotas mensuales de amortización «dejaron de ingresarse de forma inmediata» tras la concesión del préstamo. Los tíos descubrieron el asunto en enero del 2016, cuando comenzaron a recibir llamadas de los bancos ante los impagos y después de acudir al notario donde firmaron, que les informó de algunos de los créditos que tenían a su nombre.

Los magistrados no tienen duda de los hechos, pese a que el empresario dijo que sus tíos sabían que estaban firmando el poder notarial.