El próximo fin de semana, CHA inaugura un intenso calendario de congresos en los que los partidos aragoneses renovarán a lo largo del próximo año y medio sus respectivos órganos de dirección. Superado el largo ciclo electoral, y con la perspectiva de cuatro años por delante sin más convocatorias, empieza otro ciclo, este de carácter interno. Los partidos políticos y sus líderes temen tanto o más que a las elecciones estos comicios domésticos donde en la mayoría de ocasiones se afilan los cuchillos, en algún caso se utilizan y después llega la cirugía para reparar las heridas que causan.

El sistema constitucional español otorgó a los partidos un protagonismo absoluto, como consecuencia del déficit democrático existente y la necesidad de reforzar la participación ciudadana. La madurez de la democracia ha equiparado el sistema español con otros europeos y el estadounidense y, como en estos, los liderazgos prevalecen sobre las estructuras orgánicas, aunque estas sea imprescindible controlarlas para llegar a ser, precisamente, el líder de las mismas.

Cuanto más poder institucional se acumula, más garantías de éxito tiene el líder, puesto que más facilidad tiene de acallar las voces críticas que pueden ser su alternativa y contentar a través de puestos a quien le apoya. Eso, además, le garantiza una estabilidad durante su mandato, ya que pocos se atreven a contestarle. Eso sí, tienen tiempo para tratar de armar una alternativa para el siguiente congreso de su formación.

CHA cambiará de líder el próximo fin de semana. José Luis Soro dará paso previsiblemente a Joaquín Palacín, salvo que haya una inesperada candidatura distinta a la oficialista, como la que intentará promover el alcalde de La Muela, Adrián Tello. Una alternativa inesperada y que podría suponer un enfrentamiento en primarias en el caso de que el segundo reúna los avales necesarios.

Las primarias son, desde hace unos años, el modelo elegido por los partidos para elegir de la forma más democrática posible a sus candidatos. Cada uno establece en sus estatutos distintos métodos de votación, y es habitual que las candidaturas que no son apoyadas por el aparato acusen a este de obstrucionismo. Son rifirrafes que no dan mucho de sí, pero que suelen generar tensiones exageradas y presiones de todo tipo. Y aunque en muchos casos el candidato preferido de la militancia, sobre todo en partidos progresistas, no es el favorito de la dirección saliente, que trata de dirigir de forma ordenada la sucesión, finalmente suele salir el candidato oficialista. Salvo excepciones, las más sonadas son las de los dos líderes de los partidos más votados en España, Pedro Sánchez y Pablo Casado, que no eran los preferidos de los cuadros y aun así salieron elegidos.

CHA será la primera pero no la única que afronta un primer semestre del año con procesos congresuales. Le seguirán dos partidos de reciente creación y que enfocan la madurez con diversos avatares internos, como es el caso de Ciudadanos y Podemos. Los primeros llegan en una profunda crisis interna abierta, tanto en Madrid como en Aragón. Tras la marcha de Albert Rivera, que impuso diversos líderes autonómicos, como es el caso de Daniel Pérez Calvo, la gestora ha realizado movimientos en las comunidades que no han servido para apaciguar los ánimos, más bien lo contrario. En Aragón hay dos bandos mal avenidos y no se espera un proceso tranquilo, a la espera de que en marzo se celebre el congreso nacional.

Algo parecido sucederá en Podemos, donde la dirección autonómica vigente, comandada por Nacho Escartín, se encontrará con una candidatura alternativa, que ya perdió su anterior asamblea, y que podría contar con el apoyo de la dirección nacional, aunque aquí esta candidatura alternativa no sea la que dirige actualmente Podemos Aragón. En las últimas semanas ha vuelto a aparecer el nerviosismo en la formación con cruces de acusaciones y reproches entre la dirección y quien comanda la alternativa, especialmente la diputada Erika Sanz. Más tranquilas andan las aguas en Izquierda Unida, donde su asamblea será el año que viene y no se esperan tensiones. IU volverá a abordar el reto de activar la confluencia que en Aragón falló y por la que tanto trabajó esta formación.

Paradigma de los problemático que puede resultar un congreso es el caso del PAR. La formación vuelve a su hábitat natural, estar en el Gobierno autonómico, pero el partido se ha debilitado en el Gobierno. Su presidente, Arturo Aliaga, ha aplazado un congreso que debería celebrarse ya y confía en ganar tiempo para rearmar el partido gracias precisamente a los resortes que le otorga su posición en el Gobierno autonómico.

Más tranquilas bajan las aguas en el PSOE y el PP, acostumbrados a grandes tensiones en sus congresos, que dejan siempre grandes derroches de nerviosismo. El próximo año tendrán que renovar sus direcciones. Hasta entonces, y a la espera de saber si sus líderes actuales deciden optar a la reelección, tregua absoluta en ambas formaciones. Así se ha pactado en el PP, entre Luis María Beamonte y Jorge Azcón, y en el PSOE de momento Javier Lambán controla con mano de hierro el aparato oficial, aunque cuando se acerque la fecha del congreso, es apuesta segura que habrá tensiones y listas alternativas.