Jorge Rodés tenía solo 3 años cuando fue diagnosticado de un tumor cerebral benigno. «De la operación no me acuerdo, pero sí de ir mucho al hospital con mi padre. También del día que íbamos con el colegio a la Granja Escuela y no pude asistir porque tenía un escáner. Luego mi padre me llevó. Fuimos los dos solos», cuenta.

Tras una operación compleja, este aragonés, quien desde muy pequeño formó parte de Aspanoa, desarrolló en su crecimiento una pérdida auditiva. Tuvieron que ponerle una primera prótesis con 16 años y otra con 20. «Oigo bien, pero tengo problemas con los agudos y sobre todo con los espacios donde hay mucho ruido», cuenta Rodes. Ahora tiene 35 años, está casado con Eli Arévalo y el niño de sus ojos se llama Jaime, de apenas 2 años. «Somos el ejemplo de que conocer a gente por internet a veces funciona», cuentan.

Ella es de Calatayud y su primera cita fue en el 2010, en un conocido restaurante de Zaragoza. Se cayeron bien, empezaron a salir con más amigos y, en el 2014, dieron el paso al matrimonio. «A mí siempre me había dado un poco de miedo contar lo que me había pasado porque lo de llevar audífonos, cuando eres un crío, se lleva mal», dice Rodés. Por su parte, Eli no le dio importancia ni a la enfermedad ni a la secuela auditiva de su futuro marido. Al contrario, lo vio con absoluta normalidad. «Oirá poco, pero habla por los codos. Jorge no calla nunca», cuenta Eli entre risas.

Ingeniero Técnico

Rodés, además de formar una familia y demostrar que el amor no está reñido con una grave enfermedad, también se sacó una carrera. Algo que enorgulleció a sus padres, quienes temían que no pudiera estudiar o hacer una vida normal. «Por eso mi padre se emocionó mucho cuando acabé Ingeniería Técnica Informática en La Almunia», dice.

Después comenzó a trabajar. Primero, un año y medio en la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), y después, en la empresa IaSoft, especializada en sistemas informáticos y de páginas web, entre ellas, la de Aspanoa.