La pandemia que estamos viviendo que no solo trae importantes consecuencias negativas a nuestra salud física y economía, también conlleva unas consecuencias psicológicas y psicosociales importantes, que debemos de tener en cuenta para intentar mitigarlas y que nos afecten en la menor medida.

En esta situación, es normal que todos podamos sentir miedo, estrés, preocupación, ansiedad; a ello se suman emociones como el enfado, la ira, etc... Esta situación se agrava más debido al elevado contagio que presenta este virus. La medida del confinamiento a largo plazo puede llegar a estigmatizar a la personas que en este momento son más vulnerables como es el caso de los mayores, los pacientes con patologías previas (trasplantados, oncológicos, diabéticos, cardiopatías y EPOC, problemas respiratorios como asma, etc), o las personas que no tienen hogar y familiares y el personal sanitario que les atiende. Por supuesto que evitar los efectos negativos del aislamiento del hogar es nuestro primer objetivo pero conocerlas en profundidad también resulta interesante. Como consecuencia de este aislamiento las personas adultas y niños y personas mayores, pueden presentar diferentes síntomas, veamos cada uno de ellos por separado:

Síntomas físicos

Trastornos gastrointestinales como vómitos, sudores, escalofríos, temblores, insomnio, palpitaciones, taquicardia, sensaciones de inestabilidad, sensación de ahogo, tensión muscular, hormigueo, fatiga y dolor de cabeza tensional. Tambien el estrés que que genera el covid-19. Preocupaciones intensas, inestabilidad laboral y proyectos futuros truncados.

Reacciones conductuales

Comportamentales como la hiperactividad o hipoactividad, incremento del consumo de alcohol y/o tabaco, incapacidad para descansar, periodos de llanto, bloqueo, impulsividad, deseo de escapar o huir de la situación, estado de alerta permanente, dificultad para estar tranquilo.

Reacciones cognitivas

Aparecen sueños recurrentes sobre lo ocurrido, flasback, confusión, dificultades para tener un sueño reparador, desorientación, problemas de concentración, pensamientos negativos e intrusivos sobre el suceso, lentitud del pensamiento manifestando así dificultades para seguir el curso de una conversación, verborrea, quedarse en blanco, dificultades para expresar sus opiniones y emocione, y amnesia retrógrada y selectiva.

Reacciones emocionales

Se manifiestan con sensación de peligro, vivir en un estado de nerviosismo, estrés, agitación, sensación de agobio, sensación de falta de control, irascibilidad, inseguridad, cansancio, sensación de extrañeza, incertidumbre, preocupación constante o gran parte del día por poder contagiarse, tristeza, cambios de humor, depresión, apatía, preocupación por nuestra salud y la de nuestros familiares, dificultades para concentrarse en diferentes actividades y para tener un sueño reparador, sentimientos de impotencia, vulnerabilidad, inadecuación, anestesia afectiva, miedo a perder el control, irritabilidad y agresividad.

Cuando aparece el miedo, si no se controla, puede hacer perder el control y paralizar a la persona, incluso para salir a la calle, pudiendo interpretarse de forma errónea sensaciones corporales y confundirlas con síntomas de la enfermedad. Por ejemplo, un aumento del ritmo cardiaco, respiración acelerada (hiperventilación), sudoración o temblores sin causa justificada. Por ello se deberá de evitar la sobreexposición a noticias sobre el covid-19, que pueden provocar un incremento de la ansiedad y que se agudice la sensación subjetiva de que nos podemos contagiar o morir. El uso de la televisión para informarnos, es más dañino que el de los periódicos, ya que abarca muchas esferas distintas y no se centra en un solo objetivo informativo .

El personal sanitario está teniendo en la actualidad un nivel de estrés muy elevado, debido a una sobrecarga de trabajo, que se junta con la demanda emocional que precisa su profesión. Son un colectivo con mucha más vulnerabilidad y su salud psicológica a corto y largo plazo (estrés postraumático) puede verse afectada .

Consecuencias psicológicas en la sociedad

Las personas mayores están viendo afectada su relación social y por lo tanto su bienestar emocional y psicológico. Como consecuencia de las medidas de prevención para evitar la propagación del virus, se ha procedido al cierre temporal de centros de día y hogares para los mayores, lo que incrementa su aislamiento social. También afecta a aquellas personas con un grado de dependencia media o severa y a sus familiares, ya que estos han de asumir más tareas y cuidados de la persona dependientes teniendo menos recursos y apoyo el cuidador. En todas las residencias se prohíben las visitas de familiares .

Durante el confinamiento, en las personas mayores se pueden agravar las patologías preexistentes como HTA, niveles de glucemia en pacientes diabéticos, alteraciones músculos esqueléticas, de conducta y síntomas ansioso depresivos.

El otro colectivo que se ve afectado por el confinamiento son los niños. Estos han cambiado radicalmente sus rutinas, ello no solo implica un cambio en su metodología de aprendizaje, sino que dejan temporalmente de ver a sus amigos. Como consecuencia se pueden observar dificultades para regular sus emociones (se pueden enfadar), la bilidad emocional (llorar más), ver alterado su comportamiento (conducta hipermotriz), su conducta y alimentación. Además puede verse alterado el patrón del sueño y manifestar miedos. Otras consecuencias pueden ser:

•No podernos despedir de los seres queridos. No realizar bien la etapa de duelo genera alteraciones psicológicas que en un futuro puede pasar factura.

•La hipocondria vive un momento de máximo apogeo. El trastorno no es nuevo -el término fue acuñado por los griegos para explicar el temor y la desazón que acompañaba a la duda acerca de la salud- pero ahora se suman nuevos elementos que acentúan el problema. En parte, el temor y la obsesión al contagio del virus puede ocasionarnos vivir ciertos cuadros de hipocondría.

• Deterioro cognitivo, problemas de memoria, y en algunos casos desorientación. La población de mayor edad es la que puede padecer este tipo de consecuencias. Si sumamos que estas personas pueden ya tener problemas previos, su salud mental puede verse afectada, es por ello la importancia de mantenerles informados del día de la semana y realizar actividades para mejorar la memoria.

• Déficit de vitaminas y oligoelemetos: naturalmente no nos exponemos al sol, (solo si disponemos de terraza o balcón). Si no es posible, nuestro organismo necesitará un buen aporte de vitamina D. La alimentación será pieza clave.

• Síntomas ansiedad. Es lógico pensar que la situación que vivimos es una situación impredecible, novedosa, afecta gravemente al ser humano. Tener en un momento dado unos síntomas de ansiedad puede ser algo normal, si llega a ser una constante en el día día puede acarrear problemas en el hogar . Intentar buscar la calma y ver el aislamiento como un algo temporal puede ayudarnos .

• Síntomas depresivos. Como los síntomas ansiosos, en un momento determinado. Si es pasajero, puede no dar problemas, pero si se convierte en una depresión, las cosas cambian.

• Síndrome postraumático. Al vivir el aislamiento y ver la pandemia como algo verdaderamente traumático, puede generarnos un estrés que puede empezar a manifestarse a las semanas de el estado de alarma: rumiaciones, pesadillas, malestar general e imposibilidad de dormir son algunos de los síntomas de este síndrome

• Insomnio. Cuando el descanso nocturno se convierte en problema y la situación se cronifica, alterándose el ritmo circadiano, puede generar consecuencias ya que la organismo no descansa y puedes poner al sistema nervioso en juego. Es necesario descansar 6-7 horas diarias para recuperarnos adecuadamente. Evitar cenas copiosas o sustancias que puedan llevar cafeína o teína antes del descanso pueden ayudarnos .

•La autoexigencia. La procastinacion (aplazar tareas) o sensación de culpa, es dañina para el organismo. Para evitar esta sensación de culpa, hay que pensar que no pasa nada por no hacer nada y tener una mayor flexibilidad mental. Muchas pueden ser las consecuencias de un confinamiento prolongado y sin fecha de fin, pero está claro que de nuevo la prevención psicológica vuelve a ser la mejor herramienta. Ayuda pensar que esta situación tendrá un fin y que con las medidas de aislamiento, colaboramos a reducir el número de infectados. También utilizar técnicas psicológicas para manejar de la mejor manera nuestras preocupaciones.