Se va un médico. También el consejero de Sanidad de los tres últimos años, pero sobre todo se marcha un profesional de la sanidad pública que durante años ejerció la Medicina y, desde que llegó al Gobierno de Aragón de la mano de Javier Lambán en el 2015, ha tenido que bregar por la gestión de los recursos desde el otro lado de la barrera: el de la política.

Pese a todo, Sebastián Celaya (Huesca, 1953) nunca ha podido ocultar su lado más sanitario en dos vertientes: cercano al paciente y conciliador con los trabajadores. Ha retomado en estos años las buenas relaciones con los sindicatos, ha aprobado el nuevo plan de recursos humanos y, aunque él no ha prolongado su actividad, ha hecho posible que en Aragón haya una prórroga voluntaria en la vida laboral de todos los médicos. También bajo su gestión, la DGA ha convocado el mayor número de plazas de empleo público en la historia del Salud.

Cercano, sencillo y afable, a Celaya no le gustan las broncas políticas ni los enredos en el hemiciclo. Ha llegado a rehusar de su turno de réplica durante un pleno en las Cortes de Aragón después de que el debate con algún diputado de la oposición entrara en un tono alterado. Ayer confesaba que, cuando tomó posesión del cargo, «sabía que no iba a ser fácil».

Como consejero, pero también como ese licenciado en Medicina y Cirugía que siempre será, ha colaborado con asociaciones y colectivos sanitarios en sus actos o jornadas de sensibilización y ha intentado demostrar que estaba con ellos. «Yo fui uno de los fundadores de la Asociación para la Defensa de la Sanidad Pública», recordaba en su despedida.

Salud mental

La apuesta por los crónicos y, especialmente, por la salud mental han sido dos caballos de batalla que Celaya deja en buen puerto. También la inversión en alta tecnología; el convenio con el Militar; o el inicio de las obras del anhelado hospital de Alcañiz y la licitación del de Teruel son ya una realidad. Sin embargo, entre las espinas quedan las listas de espera, que habría querido reducir «un poco más»; la construcción de más centros de salud o la reorganización de los hospitales.

Dice que tenía la decisión tomada desde abril, cuando cumplió los 65 años. Probablemente lo valoró mucho antes. «Hay que saber retirarse a tiempo», comentó.