Aunque la octava edición de la concentración motera La Dolores, celebrada este fin de semana en Calatayud, fue un éxito, lo cierto es que estuvo a punto de suspenderse a última hora. Según explicó el organizador, Pascual Calmarza, "el mismo día que comenzaba la concentración, el concejal de Deportes del ayuntamiento bilbilitano, José Luis Carnicer, me llamó para decirme que debía suspenderse, pese a que había sido el propio ayuntamiento quien dos meses antes se había encargado de promoverla".

El cambio de planes vino provocado por la puesta en marcha de un plan contra la contaminación acústica. El pleno extraordinario celebrado en Calatayud el pasado lunes aprobó la revisión de la ordenanza municipal sobre ruidos por la que se reducían en un 20% los niveles permitidos. Bajo esta nueva normativa, "que no se había podido prever hace dos meses cuando se organizó la actividad --según aseguró José Luis Carnicer-- habría sido una desfachatez permitir su incumplimiento".

La posibilidad de que se anulara la concentración sembró el desconcierto entre sus organizadores. "Además de convocar a más de doscientos moteros procedentes de todo el país, se habían contratado --entre alojamiento, comidas y actividades festivas-- alrededor de un millón de pesetas, explicó uno de los organizadores. Ante esta situación, el concejal de Deportes, la Policía Local y el grupo de moteros, consiguieron llegar a un acuerdo para que se celebrara la concentración, aunque eso sí, bajo algunas "condiciones".

La más criticada por los moteros era la "obligación de recoger las motos a las 10 de la noche en el colegio Augusta Bílbilis, y encima pagar los servicios de varios policías locales para que se las custodiaran", explicó indignado uno de los afectados. "No es normal que alguien deba desprenderse de su moto cuando no ha incumplido ninguna norma. Además, muchos de los motoristas no tenían otro medio de transporte para regresar a las pensiones, o al cámping, que se encuentra a varios kilómetros de este centro".

MEDIDAS ILOGICAS El propio responsable de la concentración, Pascual Calmarza, reconoció que la medida era "ilógica", y de hecho hubo varios motoristas que la incumplieron. José Luis Carnicer, por su parte, aseguró que no se trataba de una condición sino de una "norma de comportamiento consensuada con la Policía Local para que la actividad se desarrollara sin problemas".

Otra de las medidas adoptadas que tampoco tuvo buena acogida entre los participantes, fue poner la 1.30 horas como límite para el espectáculo celebrado el sábado en la carpa municipal instalada en la zona de Claretianos, aunque finalmente la fiesta se prolongó hasta las 3 de la madrugada. Pese a las discrepancias, el concejal de Deportes quiso destacar "el éxito de la concentración y el admirable comportamiento de los participantes que no provocaron ninguna queja entre los vecinos de Calatayud".