El Ayuntamiento de Zaragoza evitó ayer pronunciarse sobre la propuesta ciudadana -secundada por un grupo de personalidades de todo Aragón- que pide que la Gran Vía pase a denominarse también de Santiago Ramón y Cajal. Los promotores quieren honrar así al científico y premio Nobel aragonés, para ponerlo al mismo nivel que Goya, por ejemplo, que cuenta con un gran conjunto escultórico en la plaza del Pilar.

El consistorio simplemente se remitió al proceso ordinario que tienen que llevar este tipo de tramitaciones que nacen de una petición de la ciudadanía. El Gobierno de PP-Cs creó en su momento una mesa de trabajo para este tipo de cuestiones relativas a los cambios en el callejero. Este organismo dependiente del área de Cultura, que todavía no se ha reunido nunca y que estará formado por un representante de cada uno de los grupos políticos en el ayuntamiento zaragozano, sería el primero que tendría que dar el sí ante una alteración de esta índole. En la mesa también habría técnicos encargados de asesorar a los políticos sobre la propuesta, para evitar que acaben en el mapa de la ciudad nombres con connotaciones negativas u ofensivas.

REPETICIÓN

En caso de mostrarse favorable, el asunto pasaría -expediente mediante- a Urbanismo, en donde se determinaría si el cambio propuesto es compatible con otros nombres de calles ya existentes de la ciudad. En este caso, los técnicos tendrían que decidir si la Gran Vía de Ramón y Cajal podría coexistir con la calle Ramón y Cajal, situada entre Conde Aranda y César Augusto.

Ya existen casos en Zaragoza, como la calle Valencia y la Avenida Valencia, porque si la categoría de la vía es diferente (calle o avenida), los nombres pueden coincidir siempre que no se generara confusión. Finalmente, si Urbanismo diera su visto bueno, el cambio de nombre llegaría al Gobierno de la ciudad que, después de un periodo de alegaciones, acabaría aprobando la iniciativa.