Pepe García, como le conocían en el Ayuntamiento de Calanda, logró que el consistorio domiciliara en su dirección dos de las sociedades con las que iba a gestionar sus grandiosos negocios, Calanda S. L. y la Asociación de Fuensalada para la Integración, que iba a gesstionar el centro especial de empleo. Previa consulta al secretario, explicó ayer el alcalde, José Ramón Ibáñez, le dieron permiso y le iban remitiendo la documentación que llegaba a Cataluña.

Pero la relación se enfrió al parecer cuando el empresario pidió que le cedieran 100.000 metros cuadrados gratis en el polígono Fuensalada, y el consistorio se negó. "Tuvimos muy claro que no", recordó Ibáñez.

Por ello, ayer no ocultó que un proyecto "muy ilusionante" se hubiese quedado en agua de borrajas. Pero también su alivio, "por el pufo que hubiese podido dejar si le hubiésemos llegado a poner el suelo a su nombre".