La recogida de basura orgánica se estrenó la pasada madrugada en el centro de Zaragoza iniciando una prueba piloto «radicalmente distinta» a la efectuada en el Actur, donde sus buenos resultados puede que no vayan en consonancia con los que arrojen estos 13.200 hogares ubicados en el entorno del paseo Pamplona hasta la avenida Goya. Porque lo que en la margen izquierda se planteaba como una acción voluntaria, con contenedores marrones y llave propia, en el corazón de la capital se ha trasladado «como una obligación» que ayer todavía generaba «muchas dudas» y un buen puñado de quejas.

«Esto es un verdadero marrón», manifestaban algunos establecimientos de restauración, bares y restaurantes que llevan muy mal la recogida alterna del contenedor. Un día la basura orgánica (lunes, miércoles, viernes y domingo) y al siguiente el resto (martes, jueves y sábado). Eso en un negocio donde hay que combinar la rápida atención al cliente con la separación in situ de estos residuos, se ve «muy difícil de cumplir».

MALOS OLORES

Numerosos establecimientos añadían que nadie ha previsto «los problemas de malos olores que genera tener dos días guardada la basura». Aunque el ayuntamiento sí lo está teniendo en cuenta. La coordinadora de la campaña de información, Marta Sánchez, reconoció a este diario que «no se descarta aumentar los días de recogida para estos establecimientos. Veremos cómo funciona y después contactaremos con los grandes productores y analizaremos si hace falta elevarlos», añadió.

Son muchas las dudas que genera este cambio de hábitos en el ámbito doméstico, «sobre todo por el calendario», explicaron algunos residentes y admitió la propia coordinadora municipal, ya que en las últimas horas previas a la recogida de los cubos recibió un aluvión de llamadas al teléfono de información -el 689 721 459-, ahora que, después de la campaña realizada puerta a puerta para entregar el material necesario, solo queda poner en práctica lo aprendido. Y todo queda sujeto a la colaboración que el residente esté dispuesto a prestar, ya que el cubo en el que se recogen las bolsas será el mismo; el equipo de FCC que se las lleva, de carga trasera, también; y el resultado de la separación de residuos se medirá una vez que llegue al ecovertedero.

El indicador válido para medir la eficacia del sistema es la tasa de rechazo obtenido, es decir, el porcentaje de los residuos que no se corresponden con la materia orgánica. En este sentido, el Actur, donde se daba cobertura a una población de 45.000 habitantes, el resultado ha sido, según las fuentes municipales consultadas por este diario, «inferior al 5%», que es el resultado óptimo en estos casos. El listón está tan alto que en algunas zonas se alcanzó solo el 1%, lo que garantiza un nivel de calidad altísimo en los residuos a reutilizar.

De hecho, su único problema, destacan desde el consistorio, por poner alguno, es que el objetivo que se pretende alcanzar en julio del 2019 es de 3.700 kilos al día, y ahora, con el contenedor marrón con llave, está siendo de «entre 1.600 y 1.800 kilos» de media. Pero lleva pocos meses, se incrementará con el tiempo.

Un escenario distinto es el que se presenta ahora en el centro, donde la tasa de rechazo es una incógnita y el volumen de residuos que se genera habitualmente ronda las 875 toneladas al año, en un área geográfica en la que en 13.200 hogares habitan unas 25.000 personas. Residentes que ayer se quejaban, sobre todo, «de convertir el reciclaje en una obligación» o de tener que hacer los ciudadanos «la labor que debería realizar el ayuntamiento, generando puestos de trabajo». «Esto solo facilita el trabajo a las contratas», opinaban otros vecinos.

«Somos conscientes de que en el centro requiere de un esfuerzo más elevado que en el Actur, pero ninguna familia debería tener problemas. Con la práctica todas las dudas se irán despejando», exponían desde el consistorio.