«Sin duda, los parisinos han elegido. Han elegido la ecología, apoyar un proyecto en el que se respira mejor, nos desplazamos de forma diferente». Con esta constatación, la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, defendía el pasado mes de julio perennizar los 50 kilómetros de carril bici creados para evitar las aglomeraciones en los transportes públicos y respetar la distancia social en plena pandemia de covid-19.

Bautizadas como coronapistas, estas ampliaciones, en principio temporales, se suman a los 1.000 kilómetros de pistas y vías reservadas a los ciclistas en la capital francesa, donde la proliferación de los ciclistas en tiempos de coronavirus es incontestable.

Mientras el virus continúa circulando libremente, subirse a un autobús o al metro parisinos, no es una opción para muchos usuarios. Con el objetivo de proponer una alternativa real y accesible al transporte público tradicional, la alcaldía de París no solo ha multiplicado los carriles bici, también fomenta económicamente su uso. La intendencia subvenciona con 400 euros la compra de bicicletas eléctricas y con 1.200 de carga.

Lejos de cifras astronómicas, las tarifas de las bicicletas públicas en libre servicio, conocidas como Vélib y cuyo número de usuarios ascendía a 343.917 en enero, son asequibles: 3,10 euros al mes para los usuarios mayores de 26 años, 2,30 euros de 18 a 26, y gratuitas para los menores. La región Île-de-France promueve también el uso de las bicis eléctricas, con un sistema de alquiler de larga duración -seis meses más tres prorrogables- por 40 euros al mes.

A esta serie de facilidades, puestas en marcha antes de la epidemia con el objetivo de promocionar una forma de transporte libre de humos, se suman ahora las ayudas estatales. Para incitar a los franceses a utilizar la bicicleta a la salida del confinamiento, el ministerio de Transición Ecológica y Solidaridad anunció un plan de 60 millones bajo el título Pequeño empujón para las bicis. Desde el pasado 11 de mayo y hasta el próximo 31 de diciembre, el Estado ofrece una ayuda financiera, que puede ascender hasta los 50 euros, para aquellos particulares que necesiten reparar su bicicleta.

Berlín, ciudad sobre ruedas

Pero si hay una ciudad ciclista por excelencia esa es Berlín, donde no tener bicicleta se está convirtiendo cada vez más en una anomalía. El ayuntamiento de la capital alemana calcula que en la ciudad hay más de 20 millones de bicicletas (datos del 2018). Según un estudio de la Universidad de Dresde, más del 70% de los hogares berlineses cuenta al menos con una.

El gobierno de la capital alemana, conformado por un tripartito de centroziquierda de socialdemócratas, verdes y poscomunistas desde el 2016, apuesta decididamente por impulsar el uso de la bici que la pandemia igualmente ha impulsado por el miedo al contagio en el transporte público.

El objetivo es triple: reducir la contaminación por emisión de los gases provocados por coches y camiones, hacer de la ciudad un lugar más agradable gracias a la circulación de un menor número de vehículos de motor y mejorar la calidad de vida de los ciudadanos: el uso de la bici es saludable y más barato que el transporte público o la compra de un coche o una moto. Berlín cuenta con alrededor de 422 kilómetros repartidos en unas 1.300 vías.

El gobierno berlinés aprobó en el 2018 una ley de movilidad que incluye la voluntad de ampliar la red de circulación para bicicletas en detrimento de los vehículos a motor. La ley establecía los siguientes objetivos: la construcción a partir del 2022 de al menos 100 kilómetros nuevos en la red ciclista para conectar mejor el centro de la ciudad con su periferia; la instalación de 50.000 nuevos aparcamientos o la contratación de más personal que permita el desarrollo e implementación de proyectos para mejorar el uso de la bicicleta en una ciudad donde las bicis están por delante.