165 millones de kilómetros manipulados, 103 detenidos (77 de ellos en Aragón) y 1.094 vehículos afectados en una de las mayores operaciones contra el fraude de odómetros de vehículos de segunda mando a nivel nacional. Detrás de estas grandes cifras está el trabajo del Equipo de Policía Judicial que la Guardia Civil tiene en un municipio zaragozano de poco más de 7.600 habitantes, La Almunia de Doña Godina. Su trabajo, según pudo saber este diario, llegó a atemorizar entre el sector de los talleres de coches de la comunidad. Sus inspecciones «eran tan temidas como las que podía hacerles Hacienda». De hecho, alguno de los responsables de los talleres que acabaron siendo detenidos así lo expresaron.

Todo se inició 2014 cuando llegaron una serie de informaciones al cuartel en las que se alertaba de que en un taller de este municipio zaragozano se podía estar llevando a cabo este tipo de defraudación. Una de ellas era muy concreta: habían rebajado los kilómetros reales de un turismo en más de 75.000 antes de proceder a su venta. Tras diversas comprobaciones y vigilancias, varios miembros decidieron solicitarle la venta de facturación de los vehículos de segunda mano. La forma más sencilla de comprobación, ya que los propietarios de los turismos que acaban teniendo una segunda oportunidad suelen ser de empresas de renting, sociedades que siempre indican con cuántos kilómetros los entregan en el taller.

Alerta

Rápidamente les saltó la alerta a los agentes. Vieron que siete vehículos que tenían en exposición habían sido manipulados y otros tres ya habían sido vendidos.

Un descubrimiento que a los miembros del instituto armado no les hizo presagiar, al comienzo de los trabajos, el volumen que iba a adquirir la investigación, dando por cerradas las pesquisas de forma definitiva cuatro años después. Comenzaba la operación Countdown, tal y como la bautizaron los propios agentes, y que rápidamente retrotrae a la música del grupo Europe y su conocido The Final Countdown. Durante todo este tiempo el aprendizaje ha sido continuo, ya que no es la misma manipulación la que se realiza a un Opel Corsa o en un Ferrari. Ambos modelos habían sido manipulados por los responsables de los talleres. Dos de los agentes que llevaron a cabo las indagaciones fueron instruidos especialmente por Unidad Técnica de Policía Judicial (UPTJ) de la Guardia Civil.

Con ese hallazgo estos agentes se hicieron la siguiente pregunta: «¿Quién ha bajado los odómetros?». La respuesta se localizó en la capital aragonesa, en un taller del barrio de Delicias. Este tenía una cartera de nada menos que 75 talleres y concesionarios que formaban parte de su clientela. No actuaban como una organización criminal, sino gracias al boca a boca.

Oficialmente, según fuentes consultadas, ofrecía reparación de automóviles, pero en el interior del mismo, sin luz ni taquígrafos, llevaba a cabo una labor propia de un hacker informático. Y es que acceder a los sistemas de los vehículos es cada vez más complicado, puesto que las firmas tratan de impedir este tipo de fraude con, por ejemplo, no solo señalar el kilometraje en el odómetro, sino también incluir estos datos en el interior del sistema de los cinturones de seguridad o en la centralita de los ABS.

Conforme avanzaba la investigación, a los agentes de la Guardia Civil de La Almunia se le ampliaba el perímetro de investigación. Llegaron a comprobar y detectar vehículos de importación de alta gama procedentes de países como Rumanía, Reino Unido, Francia, Alemania, Bélgica, Holanda, Italia, República Checa e Israel. En estos casos, según estas mismas fuentes, la labor fue más sencilla, a pesar de la lejanía. Las marcas de lujo tienen auditados todos los movimientos de sus vehículos.

Dar la mala noticia

De forma paralela a la investigación, y mientras realizaban otras indagaciones, estos guardias civiles tenían también la función de dar la mala noticia. A los dueños de los 1.094 vehículos se les dijo que habían sido víctimas de un fraude. No todos se lo tomaron igual. Muchos pidieron información para saber qué tenían que hacer ahora y otros reconocieron que no les extrañaba «puesto que el vehículo tenía una serie de averías que no eran lógicas con los kilómetros con los que los habían comprado».

Un fraude económico que afecta a la seguridad de los vehículos, puesto que no es el mismo mantenimiento un coche con 50.000 kilómetros que con 300.000.