Las Cortes de Aragón volvieron a conmemorar ayer la fecha del asesinato del presidente del PP aragonés Manuel Giménez Abad a manos de la banda terrorista ETA, rindiendo homenaje a la «tolerancia» y el diálogo que encarnaba el político y que mantiene como valores la fundación que lleva su nombre.

Un aniversario especial, no solo por la turbulenta situación política, sino porque este año, tras la «sobrecogedora» cifra de 18 años que han pasado desde el crimen, este está más cerca de resolverse. Así lo destacó el hijo de Giménez Abad y copresidente de la fundación, Manuel Giménez Larraz, quien confió en poner por fin «cara y ojos» al asesino de su padre. Agradeció el trabajo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y de la Fiscalía, que han permitido llevar a juicio, se espera que en breve, al etarra Mikel Carrera Sarobe, Mikel Ata.

A la emotividad habitual del homenaje se unió también el recuerdo a los recientemente fallecidos Antonio Torres, Chesús Bernal y Francisco Llobet, estos dos últimos patronos de la Fundación Giménez Abad, el último por parte de Ibercaja. Giménez Larraz recordó «las lágrimas de Chesús Yuste cuando asesinaron a mi padre», que le enseñaron mucho sobre cultura democrática.

Esta, en cuanto a respeto a la discrepancia, centró en gran parte de los discursos de ayer. Giménez Larraz hizo hincapié en que el sistema democrático «no es irreversible», y actualmente en el debate público «se cuelan ideas totalitarias con mucha facilidad», cuyo antídoto, insistió, es «lo que llamamos tolerancia» y el «valor fundamental de la Justicia».

En la misma línea, la presidenta de las Cortes, Violeta Barba, puso como ejemplo de los principios democráticos el «carácter abierto, dialogante y tolerante» de Manuel Giménez Abad, así como «su pasión por Aragón y la lucha por el desarrollo de la autonómia», que desarrolló en las Cortes tanto como diputado como de funcionario.

Barba recordó la importancia de «respetar a la minoría», un mensaje que, destacó, precisamente mantiene la fundación con una representación paritaria de todas las fuerzas parlamentarias.

Como todos los años, el Homenaje a la Palabra, como lleva por título el tributo a Giménez Abad, sirvió también para entregar los premios anuales de la Fundación, que este años recayeron en los investigadores Pablo Guerrero y Santiago González.

El primero recibió el premio de estudios de descentralización política y territorial, por un informe sobre la aplicación del artículo 135 de la Constitución para el equilibrio presupuestario. Guerrero destacó el «orgullo» que sentía al recibir el galardón con el nombre del político aragonés en «casa», «en defensa de valores emocionantes para cualquier demócrata».

El murciano Santiago González obtuvo el galardón en la categoría de estudios sobre parlamentarismo. En su discurso destacó también la «fragilidad» del sistema democrático que las generaciones más jóvenes (como la de sus hijas, a las que dedicó su intervención) dan por sentado. «Igual que el hombre es peligroso para el medio ambiente el poder, que es expansivo y tiende a perpetuarse, amenaza lugares como este», advirtió, señalando al Palacio de la Aljafería como sede de la soberanía popular a nivel autonómico.