La familia del presidente del Club Ciclista Ebro, Tomás Agustín, sigue sin poder cerrar las heridas abiertas después de que un camionero le arrollara mortalmente hace dos años en la CV-624 en Valmadrid. Ayer estaban más cerca debido a que iba a ser juzgado el camionero responsable, Alberto L. U., si bien la falta injustificada del instructor de la Guardia Civil que realizó el atestado hizo que se aplazara hasta el 14 de febrero. Sí pudieron escuchar al encausado, quien explicó que «no era necesario realizar una maniobra de adelantamiento al cicilista porque iba por el arcén, muy pegado a los guardarraíles».

Ante la magistrada del Juzgado de lo Penal número 3 de Zaragoza, Milagros Rubio, describió que iba «centrado por el carril derecho y la distancia que había con respecto al ciclista era suficiente». Añadió, a preguntas de la representante del ministerio público, que solicita cuatro años de prisión -pena máxima del delito de homicidio por imprudencia-, que «cree» que Tomás Agustín, «se metió» en su carril.

«Yo siempre mantuve la misma marcha, vi perfectamente al ciclista y, de repente, noté el impactó», apostilló. Preguntado por su abogado defensor, Enrique Esteban Pendás, el encausado justificó que el positivo en cocaína fue porque la había consumido «cuatro días antes». No obstante, según un informe forense que obra en la investigación, los 90,2 nanogramos de esta sustancia estupefaciente hallados en el organismo de Alberto L. U. «no son suficientes como para provocar síntomas apreciables de influencia en la conducción».

IBA LENTO

Antes de que tuviera que ser aplazada la vista oral testificó el conductor de una furgoneta que circulaba detrás del tráiler. Este hombre, Robert Piort, reconoció que el camión «iba lento» y que por ello iba a realizar una maniobra de adelantamiento cuando se produjo el trágico accidente. No circulaba ningún otro vehículo.

Una explicación que para la familia de la víctima -que solicita 3 años de cárcel y 5 de retirada de carnet- demostraría que el encausado «no se desvió a la izquierda para guardar la distancia de seguridad obligatoria de 1,5 metros» al adelantar. El testigo también destacó que vio a Alberto L. U. «afectado y nervioso tras el siniestro».