En escasas horas se agotaron los cerca de 14.000 crespillos que se repartieron ayer en Barbastro durante la tradicional fiesta dedicada a este peculiar dulce de repostería, que ayer alcanzó su vigesimoquinta edición. La Fiesta del Crespillo, declarada de Interés Turístico Regional, es todo un acontecimiento en la comarca, como ayer volvió a demostrarse, y se ameniza con diversos actos musicales y la elaboración en la calle de este postre cuyo protagonista es la hoja de la borraja.

A primera hora de la mañana comenzaron a prender los 13 hornillos, que se colocaron en un lateral de la plaza del Mercado para cocinar el dulce. Amenizada por los Gaiteros del Somontano de Barbastro y los Gaiteros de Terra Plana de Huesca, Barbastro celebró esta fiesta, declarada Fiesta de Interés Turístico Regional en 2015, que volvió a reunir a miles de personas para degustar este dulce del Somontano en una jornada organizada por el Ayuntamiento y el Grupo Tradiciones.

Se calcula que fueron necesarios más de 80 kilos de harina, de azúcar y de docenas de huevos, medio centenar de litros de leche, unos 220 litros de aceite, 24 botellas de anís, dos kilos de anís en rama, dos cajas de levadura y otras de gaseosas para convertir las más de 14.000 hojas de borraja en los tradicionales crespillos. La elaboración es sencilla, ya que consiste en rebozar la hoja de borraja en la masa elaborada y freírlo en aceite de oliva bien caliente, para servir con azucar espolvoreada.

Prácticamente toda la localidad, especialmente las asociaciones y colectivos, participaron en la fiesta, elaborando en cada hornillo cientos de dulces típicos siguiendo su propia receta, llenando decenas de bandejas para su posterior reparto. Como en otras ediciones, hubo un hornillo infantil, y otro que se dedicó a elaborar crespillos para celíacos no que elaborará crespillos aptos para celiacos y otro con vecinos de la localidad invitada, Pozán de Vero cuyos vecinos participaron de la fiesta.

El crespillo hecho con la hoja de la borraja es un postre típico y exclusivo de la gastronomía aragonesa, basada en el aprovechamiento de una parte de esta verdura que tradicionalmente se desprecia. La optimización de recursos hizo que se creara esta receta que ha pasado de generación en generación y que es un manjar para todo aquel que la prueba. Es asimismo un postre típico de este periodo, pues se consume generalmente entre Carnaval y la Semana Santa.

En otras comunidades, como Murcia, hay postres parecidos hechos con hojas de limón, aprovechando las características de cada territorio.