La fiesta del crespillo de Barbastro marca el inicio de la primavera. El postre se convierte además en un ritual atávico para propiciar el preñado de las oliveras y poner fin a la época de siega. Ayer en la capital del Sobrarbe se reunieron millares de vecinos y curiosos para probar una delicia elaborada con las hojas tiernas de las borrajas después de ser rebozadas en una pasta a base de huevos y harina con un toque de naranja o de anís. Luego acaban fritas en aceite muy caliente.

La celebración, plenamente consolidada en el calendario festivo, atrajo a también a curiosos de fuera de la comarca. Los organizadores de la fiesta, Tradiciones de Barbastro, prepararon 16.000 unidades del dulce tradicional, pues desde la popularización del evento se han puesto como reto que nadie se quede sin probar el dulce. Esto les hace necesitar cada vez más voluntarios que se encargen de los fogones, algo que los vecinos hacen con gusto.

«Las tradiciones son claves en el calendario festivo de la ciudad», indicó el alcalde, Antonio Cosculluela. Un ejemplo de esta forma de celebrar en comunidad y en las plazas es el mercado de la Candelaria, también con un notable tirón popular en la zona.

El origen del crespillo «se pierde en la noche de los tiempos». En las casas se fríen cada 25 de marzo en familia, después de haber pasado por el huerto para recoger las hojas tiernas que han brotado sobre las borrajas que se consumieron durante el invierno. «Es un rito primaveral para conmemorar la cosecha», resume Cosculluela.

Otras localidades de la comarca del Somontano también mantienen esta fiesta, aunque sin tanto tirón popular, cada uno con sus propias variedades, pues en Castejón de Sos el dulce se elabora con hojas de espinaca. Y todavía más al norte, en la jornada de ayer, los vecinos de Aínsa también invitaron a crespillos a los visitantes que acudieron al pueblo. Las colaboradoras de la asociación de mujeres El Eco fueron las encargadas de preparar la receta.

En Barbastro, este año el pueblo invitado fue El Grado, de forma que una delegación del pueblo se encargó de pasar por el aceite hirviendo de uno de los hornillos los crespillos que es elaboran con las donaciones de las empresas de la ciudad. El paseo por las calles del centro estuvo amenizado francamente bien por los gaiteros del Somontano.

La asociación de empresarios del Somontano de Barbasto, que colabora en las actividades, destacaron que el dulce se relaciona con la fecundidad de la oliveras, pues según cuenta la tradición, el crespillo era elaborado el día de la encarnación momento en el que la virgen quedó en cinta.

En algunas localidades las personas solían ungir los olivares con el aceite en que se frieron los crespillos; esto sucedía porque según la creencia popular hacía duplicar la cosecha de aceitunas.