Eva Febrero, viuda del ganadero asesinado por Igor el Ruso en diciembre del 2017 en Andorra junto a los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero, ha resaltado la inseguridad que estaban viviendo en la comarca desde hacía varias semanas y “la falta de dispositivos especiales”. “El día 8 (el 14 se produjo el triple crimen) hubo una batida con perros y un helicópteros, pero ya nada más, estaban los pobres guardias civiles haciendo lo que podían y cómo podían”.

Febrero ha explicado que la última vez que vio con vida a su esposo fue el 14 de febrero del 2017. Le llamó para comunicarle que le habían entrado a robar en su masico, así que le dijo de quedar y tomar un café. “No me sorprendió porque desde el 5 había robos y de forma estratégicamente iba de Albalate a Andorra y era evidente que venía a nuestra zona. Había habido una denuncia de un robo en un masico a 500 metros”, ha apostillado.

Ante ello, tal y como ha señalado a su abogado Enrique Trebolle, ha recordado que le pidió que tuviera cuidado porque “era peligroso”. No dudó en calificarlo así destacando un detalle muy trascendentes: las tentativas de homicidio en Albalate del Arzobispo ocurridas nueve días antes fueron con un arma corta y no con una escopeta.

Por otro lado, ante los miembros del jurado popular, uno de los agentes de la Guardia Civil que detuvo al paramilitar serbio ha señalado que llevaba un arma junto a su pecho que tenía una bala dispuesta para disparar. Ha recordado que le localizaron debajo de una encina en la A-226 muy cerca de la comunidad autónoma limítrofe. De hecho, este guardia civil había sido activado a participar en el dispositivo por parte de la Comandancia de la Guardia Civil de Castellón que aquella noche fue alertada por si Feher huía hacia la Comunidad Valenciana.

Ha explicado que Igor el Ruso pinchó una de las ruedas en su huida, lo que le obligó a parar en la cuneta. “Llevaba una pistola preparada para disparar y un cinturón con una de las pistolas del compañero muerto, así como un machete de grandes dimensiones”, afirmó.

“Le leímos los derechos en español, daba la sensación de que era extranjero. No nos respondió”, ha apostillado, mientras ha afirmado que la sala del 062 les avisó que se buscaba un vehículo muy concreto y que “se trataría de unas sola persona”.

Otro de los agentes ha afirmado que al acercarse, a metro y medio o dos metros de él, encendieron la luz. "Estaba boca abajo pero con la cara ladeada hacia nosotros. Al ver la luz se movió y vimos que tenía una pistola cromada justo debajo de la cara", ha descrito este miembro del instituto armado.

Iba ebrio

Tras su arresto, la Guardia Civil de Tráfico le hizo las pruebas de alcoholemia ante el olor a alcohol que desprendía. De hecho, Feher se sometió voluntariamente a las pruebas de etilometría, sobre las 05.00 horas de la mañana, arrojando en la primera 0,46 miligramos por aire espirado y diez minutos después una tasa de 0,47. Les rechazó haber consumido drogas.