Está feliz y se le ilumina la mirada cuando explica sus planes de viaje a Japón. Sandra Carnicero es una joven zaragozana de 28 años, fisioterapeuta y estudiante de tercer curso de japonés en el Centro de Lenguas Modernas (CULM) de la Universidad de Zaragoza que ha ganado el primer premio nacional de la XXVIII edición del concurso de oratoria en japonés. El premio está dotado, además de un diploma acreditativo y un trofeo, con un billete de avión de ida y vuelta a Japón, para visitar y conocer el país. El embajador nipón en España, Masashi Mizukami, hizo entrega del premio en el Ateneo de Madrid el pasado 20 de enero.

«Desde adolescente me gustaba mucho el anime, los dibujos animados japoneses, y vi que tenía facilidad para memorizar las palabras y que me atraía mucho. Comencé a descubrir la cultura japonesa, la forma de pensar, su estética. Y me empezó a llamar mucho Japón», explica Sandra. Y por eso se animó a estudiar su idioma. Lo más difícil, para ella, es la escritura y la lectura: «El japonés tiene dos alfabetos silábicos y además, por otra parte, están los kanji, o idiogramas. Estos símbolos tienen un significado implícito, como si fueran los lexemas de nuestras palabras, y, según como van combinados con otros, se pueden leer de una manera distinta. Cada palabra es una construcción particular. Además, la gramática es muy diferente; ellos ponen el verbo al final de la frase, no después del sujeto. Y lo más importante son las formas de cortesía, que aquí no tenemos, es decir, el verbo se conjuga de una manera u otra según el tono que quieras darle».

Sandra se apasiona cuando habla del idioma japonés. Para obtener el premio escribió una redacción sobre un tema libre que luego tuvo que exponer oralmente. «La primera frase era: me encanta la comida japonesa», dice, pues ese fue el tema elegido. Tres minutos y medio de exposición sobre lo que más le gusta de la cultura nipona. Añade que uno de sus platos preferidos es el «katsudon, un bol de arroz con cerdo empanado y salsa de soja, cebolla dulce y huevo», pero aquí en España es difícil encontrar algunos ingredientes y además «son muy caros».