Abel Onisim Maracine, a sus 24 años, consiguió -de una forma todavía desconocida- los datos de las bandas magnéticas de tarjetas de crédito y débito, los clonaba en tarjetas en blanco alterando la numeración externa y las cumplimentaba con sus datos personales. Tras ese laborioso trabajo, este joven se iba de compras, principalmente, artículos electrónicos. Por todo ello, ayer fue juzgado en la Audiencia de Zaragoza, donde decidió admitir los hechos y reparar el daño causado, pagando 1.600 euros. También se conformó con una pena de cuatro años y medio de cárcel frente a los 8 años que al inicio de la vista oral solicitaba la Fiscalía.

Su abogado, Fernando Octavio de Toledo, le recomendó que aceptara dicho pacto con el ministerio público, debido a que las pruebas recabadas por el Cuerpo Nacional de Policía eran contundentes. Y es que en un registro practicado el 11 de junio del 2015 en un inmueble de la calle Alejandro Casona de la capital aragonesa, los investigadores hallaron una tablet adquirida con una de las mencionadas tarjetas doblada, un grabador de bandas magnéticas para crearlas y personalizarlas, instrumentos para llevar a cabo el clonado y siete tarjetas ya impresas a nombre del acusado.

La mayor parte de las tarjetas que clonaba corresponden a entidades bancarias estadounidenses.