Un total de cuatro alumnos han diseñado una prótesis de brazo biónico, impresa en 3D, para un joven de 14 años, Alberto García, que nació con una agenesia -malformación- en la extremidad superior izquierda. Este proyecto se trata del Trabajo Fin de Grado de dos alumnos de Programación de la Producción y otros tantos de Mantenimiento Electrónico, impartidos en el grupo San Valero, y han colaborado con la asociación de Amputados Ibérica Global de Aragón (Adampi).

Se trata de una prótesis, de 60 piezas, diseñada a la medida de Alberto con la que puede llevar a cabo diferentes acciones con la mano. El profesor del departamento de Electrónica, Javier Arnadillo, explicó que cada movimiento muscular que realizaba Alberto «significa otro en la mano. Por ejemplo, si Alberto ejerce determinado movimiento con el brazo, la prótesis lo traduce en que la mano se abre, o se cierra o realiza el gesto pinza con los dedos pulgar e índice». Esto es posible gracias a un brazalete programado con ocho sensores integrados que trasmiten las señales a través de bluetooth. «El brazo tiene memoria y lo hemos programado para que recuerde la acción que debe realizar con cada movimiento, aunque la misma prótesis se puede adaptar a cualquier persona una vez que se vuelva a calibrar», detalló Arnadillo.

ORIGEN

La idea surgió cuando el joven, según su padre, Alberto García, le comentó a Nuria Rivas, presidenta de Adampi en Aragón, que deseaba un «brazo como los de las películas». En ese momento, Rivas se puso en contacto con el grupo San Valero y plantearon que fueran los propios alumnos los que diseñaran el proyecto. «En Adampi estamos muy orgullosos porque este trabajo ha hecho que se pueda abrir un mundo de posibilidades para Alberto y para cualquier persona que sufra una agenesia», señaló Rivas.

Desde el primer momento, los cuatro alumnos, Víctor Domingo, Miguel Ángel Revuelto, Alberto Valean y Luis Gerardo, han estado en contacto tanto con Alberto como con Adampi y las empresas que han colaborado en el proyecto: la empresa AITIIP imprimió el brazo en 3D; Orpifacilitó los materiales necesarios; la asociación Makeroni e Ibercaja.

«Lo más complicado fue la elaboración de una pieza con la que unir el brazo a la prótesis. Al final, construimos una pieza de yeso, forrada con espuma. Cogimos la forma con alginato y material termoplástico, después de que en la empresa AITIIP le tomaran las medidas para calcular las dimensiones proporcionales», indicó David Berrueco, profesor del departamento de Mecánica.

Los responsables del proyecto han utilizado unos sistemas electrónicos e informáticos libres y el proceso lo han descrito en el blog FSV Brazo Biónico. «Cualquier persona que disponga de los materiales y de una impresora 3D lo puede elaborar. Si nosotros hemos sido capaces de fabricarlo, ¿cómo no lo ha hecho alguien antes?», expresaron Berrueco y Arnadillo.