La cuenca del Ebro ha cerrado el año hidrológico 2017-2018 en una situación de normalidad, prácticamente generalizada, gracias a un 25 por ciento más de media de precipitaciones y unas reservadas de nieve con los valores más altos de los últimos cinco años, lo que ha favorecido que el agua embalsada se sitúe por encima de las medias de los últimos 5 años.

La Confederación Hidrográfica del Ebro subraya en una nota de prensa que los índices de sequía, definidos en el Plan de Actuación en Situación de Alerta y Eventual Sequía del Ebro, recogen que actualmente se encuentran en situación de normalidad la mayoría de los sistemas, con la excepción de las cuencas de los ríos Aguas Vivas, Martín, Guadalope y Matarraña, todos en la margen derecha más oriental de la Cuenca, que se encuentran entre alerta y prealerta.

Este año hidrológico es el segundo más húmedo de los últimos 20 años, sólo superado por el de 2012-2013 mientras que las reservas nivales han sido superiores a la media en todo el Pirineo y muy especialmente en la mitad oriental, con una reserva anual en el mes de abril de casi 3.000 hm3, el valor más alto de los últimos cinco años.

Este año hidrológico ha sido el tercero con más aportaciones del Ebro hasta Zaragoza de los últimos 20 años (sólo por detrás del 2012-2013 y del 2014-2015, superando la media en un 44 %), al igual que en el Ebro en Tortosa (con 12.266 hm3), por detrás del 2012-2013 (15.552 hm3) y del 2002-2003 (con 13.974 hm3), un 38 % más de la media.

El año hidrológico comenzó con las reservas bajas (3.374 hm3, un 44 % del volumen total), tras un año de sequía, especialmente en el Eje del Ebro, La Rioja y los grandes sistemas de la margen izquierda, mientras que ha concluido con unas reservas de casi 5.000 hm3, un 65 %, cuando la media de los últimos 5 años, a fecha 1 de octubre, ha sido de 4.085 hm3, un 53 %.

Los aumentos más significativos de las reservas se han dado fundamentalmente en el Eje del Ebro, que ha pasado del 23 al 73 % un año después; en el Najerilla, del 11 al 48 %; en el Iregua, del 27 al 44 %; en el Jalón del 19 al 40%; en el Canal de Aragón y Cataluña-Ésera, del 48 al 76%; Aragón y Cataluña-Noguera Ribagorzana, del 54 al 78 %; en el sistema de Riegos del Alto Aragón, del 42 al 60 % y el Canal de Navarra, del 30 al 50 %, gracias a la pluviometría del pasado invierno y primavera.

A mediados de abril se produjo una gran avenida extraordinaria (una de las más importantes de los últimos 50 años) que provocó desbordamientos en el eje del Ebro y los tramos bajos del Arga, Aragón, Arbas y Gállego.

Un episodio en el que la CHE destaca la labor laminadora de los embalses pirenaicos (Yesa, Itoiz, Mediano, El Grado, Canelles o Rialb) y del sistema Mequinenza-Ribarroja-Flix, que evitaron la inundación de cascos urbanos tanto en la ribera alta del Ebro como en el tramo de desembocadura.

También se han registrado otros episodios de carácter más local asociados a lluvias intensas y crecidas súbitas en el río Arba de Riguel, en Uncastillo (Zaragoza), en el río Guadalope, en Aliaga (Teruel) y en los barrancos de Santa María de Huerta (Soria).

En verano, y por tercer año consecutivo, con el objetivo de lograr terminar la campaña de riegos con ciertas garantías, la CHE autorizó la aportación de caudales desde el embalse de Lechago (Teruel) a la cuenca del Jiloca, en respuesta a la solicitud de las comunidades de regantes del Bajo Jiloca ante el déficit de caudales superficiales que estaba sufriendo esta cuenca.

El organismo de cuenca resalta la utilidad del embalse, aún en puesta en carga, ya que también ayudó con su acción laminadora en el evento registrado en junio en los ríos Pancrudo y Jiloca y evitó daños en la zona del Pancrudo aguas abajo del embalse y minoró los daños en la ribera del Jiloca.