El jurado popular declaró ayer "culpable de asesinato", por siete votos contra dos, a Jaime Álvaro Fuenzalida, un ciudadano chileno de 55 años que estaba acusado de estrangular con una cuerda de tendedero a su hermana de 74, en el piso que compartían en la plaza de Roma, en Zaragoza, el 8 de junio del 2012. La pena puede oscilar entre los 18 años solicitados por la fiscala, que aplicaba la agravante de parentesco, y los 15 que pide la defensa, ejercida por Carmen Sánchez y Laura Vela.

La causa de la muerte fue establecida tras la realización de una segunda autopsia, después de que el cadáver fuera recuperado del tanatorio poco antes del entierro. La primera de las necropsias concluyó que la muerte se había debido a causas naturales, pero el examen detenido de una pequeña marca o surco en el cuello de la víctima condujo a los forenses a determinar que Ana Delia había fallecido por asfixia. En este sentido, los jurados consideran, recogiendo la argumentación de los forenses, que la primera autopsia fue "un informe preliminar" que estaba "pendiente de estudios posteriores".

Además, el testimonio escrito de una hermana del acusado ya fallecida ha tenido una gran influencia en el veredicto, que considera probado que "las relaciones entre Jaime y Ana Delia no eran buenas". Por este motivo no es de aplicación la circunstancia agravante de parentesco.

La testigo ya muerta, que afirmó que Jaime "estaba harto de mantener a su hermana", ha tenido más peso que las declaraciones en sala de otros parientes del procesado que subrayaron que las relaciones entre la víctima y Jaime eran normales.

Por otro lado, el tribunal se pronuncia unánimemente en contra de la aplicación de la remisión condicional de la condena al procesado y rechaza por mayoría de 7 a 2 el indulto.

La fiscala mantiene la petición de 18 años, con la agravante de parentesco, a efectos de recurso. Y la defensa anunció al término de la lectura del veredicto su intención de recurrir ante una instancia superior.

Durante la vista, Jaime Álvaro Fuenzalida, que se ganaba la vida trabajando en una fábrica de cervezas, manifestó que era inocente y que su hermana podía haber sido asesinada "por algún amigo o vecino", pero no aportó pruebas.

Declaró que él se encontró a Ana Delia tendida en el suelo de su vivienda a primera hora de la tarde del día de los hechos, a la vuelta de un desplazamiento a la clínica Quirón para visitar a otra hermana. Aseguró que trató de reanimarla practicándole el boca a boca y que no pudo hacer nada por ella.

Sus defensas y sus familiares sostuvieron durante la vista oral que Jaime se opuso a que el cuerpo de Ana Delia fuera incinerado, prueba, en su opinión, de que "no tenía nada que ocultar" frente a una posible investigación policial y judicial.