San Roque, patrono de numerosas localidades de la geografía española, es un producto genuinamente español de la Contrarreforma. A raíz del Concilio de Trento, y como defensa contra las reformas luteranas, la Iglesia católica propició la devoción a vírgenes y santos, con manifestaciones externas en la creación de cofradías y hermandades religiosas y la construcción de ermitas. Según la tradición, San Roque habría vivido en el ocaso del Imperio de Roma y el auge de su culto en los siglos XVI y XVII, lo relaciona con las peregrinaciones del camino de Santiago y como santo contra la peste. Su icono más importante es el perro, del que los cantos populares dicen que no tiene rabo. El animal serviría para curar a los contagiados por la peste lamiendo sus heridas.