El alcalde de Alfamén, Alejandro Gil (PAR), alega que el cura de la localidad, Narciso Fernández, de 27 años, le negó la comunión por su condición de homosexual casado con otra persona de su mismo sexo, en el curso de una misa solemne celebrada el pasado agosto durante las fiestas de la localidad. El sacerdote, sin embargo, rechaza radicalmente esta versión. "Nunca le he negado la comunión a quien se ha acercado a recibirla", manifestó ayer Fernández, que es asimismo párroco de Longares.

El regidor de Alfamén declaró que, durante el oficio religioso, poco antes de administrar la comunión, el sacerdote pronunció una "introducción" en la que expuso unas "normas sobre quién podía pasar y quién no podía pasar a comulgar".

Alejandro Gil, que estaba acompañado por el resto de la corporación, en una iglesia llena a rebosar, se dio por aludido y no pasó a recibir la sagrada forma. "Fue una situación angustiosa para mí", aseguró.

Según el alcalde, que se casó hace un año, el mismo tiempo que Narciso Fernández lleva de párroco en la zona, el cura ya le había advertido tiempo antes, en el mes de junio, cuál sería su actitud en el caso de que pasara a comulgar.

"Al término de un funeral, se me acercó, me dijo que me quería hablar y, cuando estuvimos solos, me dijo bruscamente que yo no podía comulgar porque estoy casado con un hombre", explicó Gil, que indicó que, curiosamente, era el día del Orgullo Gay.

BUEN CRISTIANO "Sé que eres un buen cristiano, pero la Iglesia no permite que estés casado con un hombre", le dijo el sacerdote, según la versión del alcalde, que considera que esa actitud supone "una discriminación" por su orientación sexual.

"Yo actúo conforme a las normas de la Iglesia", manifestó ayer Narciso Fernández, que aseguró que el Arzobispado de Zaragoza es sabedor de lo ocurrido. "No es una cuestión mía personal, lo hago porque me debo a la Iglesia católica", añadió.

Gil, por su parte, se declara cristiano y no oculta su condición de homosexual. "He sido catequista y ejercí de monitor, de forma altruista, en los campamentos de la comarca", afirmó.

El alcalde apunta, además, que los desencuentros no se limitan al terreno de la práctica religiosa. Existen, señala, discrepancias en asuntos como el foro local sobre la droga y la atención a la residencia de ancianos.

Pero Narciso Fernández sostiene, por el contrario, que su comportamiento en el pueblo es correcto y que los feligreses tienen un buen concepto de la labor que desarrolla en Alfamén, una localidad de unos 1.500 habitantes que vive del cultivo de la fruta y de la vid y que cuenta con una numerosa población de inmigrantes dedicada sobre todo a las tareas del campo.