Los daños de la operación Molinos de La Muela no solo fueron al erario público, ni siquiera para los imputados. También han acabado por costar la ruina a un matrimonio anónimo de la localidad, cuyo único pecado fue tener la mala suerte de elegir como socio comercial a Juan Carlos Rodrigo Vela, uno de los imputados en la operación. Con el correr del tiempo se han encontrado una inasumible deuda cercana a los tres millones de euros, la mayoría intereses, y han tenido que entrar en concurso de acreedores por el que ahora la sociedad matrimonial está en liquidación.

Sus negocios, en realidad, empezaron antes, pero nada podía hacerles sospechar, menos en el 2007, que un promoción inmobiliaria de naves industriales en el polígono Centrovía fuese a ser un negocio ruinoso. Cinco matrimonios, entre ellos el del imputado y esta pareja, constituyeron una sociedad para levantar dos promociones de naves. No se trataba de potentados, en este caso, sino de trabajadores que querían sacar rendimiento a sus ahorros.

Pero cuando ya las habían levantado, y en parte vendido, se destapó la operación Molinos, en el 2009, y el juez Alfredo Lajusticia estableció un embargo preventivo para varios de los imputados. Y en el caso de Rodrigo Vela, afectó también a esta propiedad que mantenía conjuntamente con otras parejas.

Para levantar las naves habían solicitado un crédito conjunto de 1,2 millones por promoción. Y aunque para algunas de las naves de la primera habían conseguido compradores, entre la crisis económica y el embargo las naves quedaron como un lastre inamovible que, independientemente, iba generando intereses para los asociados.

El resultado, como lamenta la abogada del matrimonio, Irene Romea, es que las parejas han ido cayendo en concursos de acreedores hasta llegar a la suya, con una deuda de tres millones de euros. Están en fase de liquidación, y las negociaciones se han ido complicando al estar el crédito hipotecario a favor de CAI y otros inmuebles de la pareja en poder del banco malo. Y contactar con la Sareb para solucionar un problema concreto no es tan sencillo.