"El hombre tiene que estar un poco loco. Si no, nunca se atreve a cortar la cuerda y ser libre". Un soga con la que ahorcarse fue lo que los bancos alemanes le dieron a Grecia comprando su deuda pública con los ojos cerrados. Luego se destapó la farsa de las cuentas de Atenas y sobrevino el desastre. Dos rescates después (pendientes de un posible tercero), el Estado heleno ha ajustado hasta la asfixia a lo suyos, que sufren una tasa de paro del 27,5% y se han empobrecido en un 40%.

Por eso, bailemos. Bailar como evasión hedonista emulando el Danzad, danzad malditos de Pollack durante la Gran Depresión. Bailar como forma de ahuyentar los males. Pero también como fomento de la riqueza cultural propia, como puente de unión entre pueblos, como viene demostrando desde 2010 la Asociación Cultural Heleno-Aragonesa Pansélinos, nacida del impulso de siete fundadores con Manuel Giatsidis y Theopisti Dafni a la cabeza de los lunáticos. Pansélinos, o luna llena, sirve de testimonio de la actividad cultural de la pequeña colonia griega asentada en Aragón, formada por menos de 30 personas que pese a ello cunden lo suyo.

"Teníamos ganas de crear una asociación de danzas griegas tradicionales. Hablé con dos o tres alumnos con la idea de estar 20 o 30 personas y resulta que estamos unas 70. Evidentemente se ha apuntado gente de fuera. Es que hay gente para todo", comenta entre risas Manuel, profesor de griego en el Centro Universitario de Lenguas Modernas de Zaragoza desde hace 22 años. La atracción por la lengua y la cultura griegas lleva a sus clases a novios o novias deseosos de aprender la lengua de su pareja, filólogos de clásicas, arqueólogos, "y algún curioso que siempre hay", reconoce el maestro. En este tiempo, Manuel ha notado en sus clases el efecto de la crisis: "Llevo más de 20 años dando clase de griego, que no es el idioma de mayor demanda, está claro, y con la crisis hemos notado un descenso en el número de alumnos. Al principio la gente invirtió en idiomas, pero a la larga ha descendido el número de alumnos" reconoce.

Danza, música y poesía

Pansélinos realiza muchas actividades culturales durante todo el año. Precisamente está al caer la sexta edición de su Festival de Danzas Griegas, previsto para los próximos 16,17 y 18 de mayo, en el que varios profesores nativos imparten un taller de bailes tradicionales por niveles (iniciación, avanzado y perfeccionamiento) Doce horas de aprendizaje que culminarán con una fiesta en el Club Náutico (los interesados pueden informarse en infopanselinos@gmail.com). Porque la danza griega (hasápiko, tsestos, rembétika, etc.) no acaba en el legendario sirtaki, adaptado a los problemas articulares de Anthony Quinn, protagonista de la película Zorba, el griego.

La asociación heleno-aragonesa también organiza conciertos, lectura de poemas y proyección de películas: "Los dos últimos años trajimos a músicos griegos de la mano de la CAI. Ahora vamos a organizar un teatro griego popular de sombras y un taller de teatro para aprender a cantar. La profesora que lo impartirá se ha empeñado en que cantemos, pero la mayoría de los asistentes no sabe griego, así que no sé cómo hará", se ríe Giatsidis. En febrero la sala Luzán de la CAI acogió la charla Figuras femeninas de la antigüedad grecolatina y, en ocasiones anteriores, se han recitado poemarios en griego y español mezclando a Lorca con la Odisea.

Las tradiciones también tienen hueco en Pansélinos, como la la semana santa ortodoxa o la fiesta de vasilópita, un bizcocho parecido al roscón de reyes español con el que se celebra San Basilio. En el interior de la masa se esconde una moneda. Se dice que en otra época era de oro, pero Grecia está como para derrochar. "El Gobierno dice ahora que estamos saliendo de la crisis, que ya vendemos deuda. La oposición dice que todo es un desastre. Y mientras, hay gente que lo está pasando muy mal". Nos suena como propio, aunque Manuel habla sobre Grecia.

"¿Vio usted alguna vez un desastre más esplendoroso?", le dice un eufórico Zorba --interpretado por Anthony Quinn-- al inglés. Cincuenta años después de la cinta de Cacoyannis, Grecia sigue bailando sobre el precipicio.