Arturo Aliaga dice que a él no le quiere "nadie" y que tras las selecciones del domingo se va marcar un "self dance" ("bailar solo"). No se sabe hasta dónde bromea o hasta dónde dice lo que siente el candidato del PAR a la presidencia de Aragón. El PSOE, por boca de Javier Sada, defiende que la música no ha empezado todavía, que la pista de baile está ahora "vacía". Y Maru Díaz, candidata de Podemos, le replica al socialista que antes de que la música empiece a sonar la noche del 26-M hay una cancioncilla que ya se escucha alto y fuerte: "¡Con Rivera, no; con Rivera, no!". Chunta e IU, con José Luis Soro y Álvaro Sanz a la cabeza, no ocultan sus cartas porque para ellos la izquierda es lo primero y bailarán en grupo con morados y socialistas si es necesario, aunque avisan de que no regalarán ni un paso; y el PP no pasa de decir que lo que tenga que hacer en Aragón lo decidirán en Aragón, insinuando que no todos pueden decir lo mismo, empezando por Ciudadanos.

En resumen, sin noticias destacables ante los posibles pactos poselectorales en la comunidad aragonesa. Si la izquierda suma, sumará; y si la derecha se ve en la necesidad de reagruparse, ya veremos con Vox o sin Vox, lo hará. En el aire sigue la incógnita de qué ocurrirá si encajan los números de PSOE-Ciudadanos, y así seguirá, en el aire, hasta que llegue el momento de comprobar si es una opción de verdad ejecutable o solo una posibilidad manejada en la campaña electoral.

El debate organizado este miércoles por EL PERIÓDICO DE ARAGÓN sobre las elecciones autonómicas no ha arrojado grandes novedades, pero sí ha servido para ratificar las posiciones de cada cual. Hay quien enseña abiertamente sus cartas y hay quien no. Y después está Daniel Pérez Calvo, una novedad a quien la política aragonesa mira de momento con recelo. No deja de ser un recién llegado a un ecosistema que lleva años forjando sus propias reglas del juego y que recibe con prudencia los elementos incrustados. Después de todo, el candidato de Ciudadanos trata de hacerse hueco en la política ungido de la noche a la mañana por Albert Rivera y llegando del mundo del periodismo.

Por momentos, el representante naranja parecía convertirse en el gran protagonista de la tarde. Ya no se trataba de un todos contra Pérez Calvo, sino de un Pérez Calvo contra todos (lástima de eslogan electoral). Parecía estar dispuesto a pegarse, dialécticamente hablando, por supuesto, con sus seis contrincantes y otros seis que hubieran salido por sorpresa del patio de butacas del salón de actos de la Cámara de Comercio, escenario del debate. Es más, Pérez Calvo se ha enzarzado incluso con la moderadora, Dalia Moliné, subdirectora de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN. Y, rizando el rizo, también con un sector del público. A estas horas, que se sepa, solo ha quedado a salvo el encargado de sonido. Y eso que el micrófono del candidato de Cs ha comenzado dando problemas. Incluso los ausentes Javier Lambán y Luis María Beamonte, por lo visto con mejores cosas que hacer que debatir con sus más directos rivales, se han llevado su ración por parte de Pérez Calvo. Sada ha sido el enviado del PSOE y Mar Vaquero la enviada del PP. Ambos han replicado que al menos en sus partidos hay más de una voz.

La templanza del resto de representantes políticos (solo Aliaga se ha puesto un poco más nervioso al sentirse acusado de dilapidar fondos públicos) ha salvado la tarde. Eso sí, en cuanto a las propuestas, nada nuevo bajo el sol. Los problemas de Aragón no cambian, empezando por la despoblación y la crisis del carbón, y terminando por la justa o injusta aplicación de los impuestos, el Canfranc, las obvias desigualdades sociales o los eternos llamamientos a la mejora de la educación y la sanidad públicas. Las propuestas para superarlos, algunas más viables y argumentadas que otras, tampoco difieren de las de hace cuatro años, ocho, doce.... A estas alturas todas las cantinelas y soniquetes parecen los mismos. Ahora solo queda que la música, la de verdad, suene de una vez.