Durante 32 años la Churrería Casetas ha estado ubicada al lado de la plaza del ayuntamiento del barrio rural zaragozano que lleva su nombre, suministrando churros, chocolate y perritos calientes a sus vecinos. Sin embargo, cuando su dueña, Concha Guisado, fue a abrir el negocio el pasado mes de septiembre tras haber realizado la correspondiente solicitud para obtener el permiso, recibió una notificación en la que se le informaba de que no podía seguir trabajando allí. El motivo era que se encuentra en suelo urbano y para poder seguir ejerciendo esa actividad tiene que realizarla en una propiedad privada y no se le ofreció ninguna otra opción.

Esta normativa produjo que Concha cerrase su negocio tras las fiestas del barrio, hasta que el día de Nochevieja se decidió a abrir por su cuenta, aun sabiendo lo que esto conllevaba. «Si no abro no tengo medios ni ingresos y no como. Nunca he tenido problemas porque he tenido los permisos en regla todos los años, pero han cambiado la normativa para los barrios rurales de Zaragoza y ahora ya no depende de la alcaldía de Casetas», explica Concha Guisado mientras prepara una nueva bandeja de churros recién hechos para los vecinos que se acercan a comprar.

Entre ellos se encuentra Francisca Rubio, quien comenta que está «encantada» con la churrería, y que prefiere comprar allí porque «está cerca de casa, hacen unos churros riquísimos y son muy buena gente». Como ella son muchos los vecinos que se han volcado por la causa para que no le cierren la churrería a Concha y, además de las firmas recogidas allí mismo en papel, en tan solo 24 horas han conseguido otras 1.500 a través de Facebook. El domingo está programada una concentración a las 12.00 horas en la plaza del Castillo para apoyar la continuidad de este negocio.

Los clientes y vecinos se solidarizan de este modo, ya que no se ha ofrecido ninguna otra alternativa por parte del ayuntamiento. «Yo no me he negado nunca a pagar por el espacio que ocupo, yo estoy dispuesta pero no me han dado ni siquiera esa opción. Si me dicen que ponen una tasa yo la pagaría, porque estoy acostumbrada a pagar a todos sitios que voy el resto del año y así soy feliz. Lo que no quiero es que me quiten de aquí» afirma la gerente preocupada.

Al parecer, en Casetas no existen solares disponibles en las zonas céntricas o de tránsito. Los lugares en los que hay espacio se encuentran al lado del cementerio o contiguos al alejado pabellón del barrio rural. Por ello, la demanda de Concha es poder negociar un acuerdo para encontrar una alternativa que le permita seguir con su negocio familiar.