El Ministerio de Defensa posee un informe sobre la última escala del Yak-42 que serviría para esclarecer algunos de los interrogantes que aún planean sobre el accidente que costó la vida a 62 militares españoles. El contenido del documento, que no se ha dado a conocer, podría confirmar si el aparato despegó con sobrepeso, si contaba con algún problema técnico o si los miembros de la tripulación ingirieron alcohol en la cantina norteamericana, como afirmaron algunos militares españoles.

El texto fue redactado por un capitán del Ala 31 destinado en Zaragoza que formaba parte del destacamento Géminis y que compartió las seis horas de estancia en Manás (Kirguizistán) con las víctimas.

Según pudo saber este periódico, el militar que escribió el texto viajó en el trayecto de ida del Yak-42 con otros efectivos que debían relevar a soldados desplegados en Kabul (Afganistán) y en Manás. El aparato se detuvo primero en la capital afgana, donde se subieron al mismo los 62 fallecidos, y posteriormente en Manás, donde este capitán debía relevar, junto a varios compañeros, a militares del destacamento Géminis. Fue allí donde este capitán compartió seis horas con los compañeros que perdieron la vida. Un tiempo que el anterior ministro de Defensa, Federico Trillo, cifró inicialmente en 90 minutos.

El oficial del Ala 31 elaboró posteriormente un informe sobre todo lo que sucedió durante aquellas horas. Fue en Manás donde el Yak-42 llenó sus depósitos de queroseno, según refleja la caja negra que recoge los parámetros técnicos del avión (FDR o Flight Data Recorder ). Sin embargo, aunque esta caja señala que el Yak-42 despegó con 19.000 kilogramos de combustible, el manifiesto de carga elaborado por el comandante Koutsenko tan sólo habla de 17.200 kilogramos. Conforme a los datos aportados por el comandante, el avión se encontraba a escasos diez kilogramos de su peso máximo autorizado, por lo que si se suman los 1.800 extras que cifra la FDR se puede deducir el sobrepeso.

Además, esta caja negra deja claro que en su último vuelo antes de estrellarse, el avión viajó con uno de los motores a bajo régimen y a menor potencia que los otros dos, sin llegar a sobrepasar en la mayor parte del recorrido el 81% de su capacidad. Según explicaron expertos en aviación a este periódico, esta práctica es poco habitual y peligrosa. Falta por saber si este hecho obedecía a algún tipo de problema técnico que pudo detectarse en Manás.

Por otra parte, el informe podría ayudar a constatar si algunos de los integrantes de la tripulación consumieron alcohol antes de emprender el fatídico viaje.