El sistema inmunitario es una red compleja de células, tejidos y órganos que funcionan en equipo para defendernos de los gérmenes. Ayuda a nuestros cuerpos a reconocer estos «invasores» y a mantenerlos fuera de nuestro organismo y, si no puede, encontrarlos y deshacerse de ellos.

Si nuestro sistema inmune no funciona bien, puede causar serios problemas. El resultado puede ser enfermedades entre las que se incluyen:

Alergia y asma: Consiste en respuestas inmunitaria a sustancias que en general no son dañinas

Enfermedades por deficiencia inmunitaria: trastornos que se producen cuando falta uno o varios de los componentes que forman el sistema inmunitario. Son: deficiencias del complemento, síndrome de DiGeorge, hipogammaglobulinemia, síndrome de Job, defectos de la adhesión leucocitaria, agammaglobulinemia, síndrome de Wiscott-Aldrich etc…

Enfermedades autoinmunes: trastornos que causan que el sistema inmunitario ataque por error a nuestras propias células y órganos. Son: enfermedad de Graves, tiroiditis de Hashimoto ,esclerosis múltiple, miastenia grave, artritis reumatoidea, síndrome de Sjögren, lupus eritematoso sistémico etc.

CÓMO ESTA FORMADO

Muchas células y órganos colaboran entre sí para proteger al cuerpo. Los glóbulos blancos (también llamados leucocitos), desempeñan un papel importante en el sistema inmunitario.

Hay un tipo de glóbulos blancos, llamados fagocitos, que devoran a los organismos invasores. Otro tipo de glóbulos blancos, llamados linfocitos, ayudan al cuerpo a reconocer a los invasores y a destruirlos.

Un tipo de fagocitos son los neutrófilos, que luchan contra las bacterias, hay otros tipos de que desempeñan sus propias funciones para asegurarse de que el cuerpo responde adecuadamente a los gérmenes invasores.

Los dos tipos de linfocitos son los linfocitos B y los linfocitos T. Los linfocitos se fabrican en la médula ósea y permanecen allí y maduran hasta convertirse en linfocitos B, o bien se desplazan hasta la glándula del timo y maduran hasta convertirse en linfocitos T. Los linfocitos B vienen a ser el sistema de inteligencia militar del cuerpo: detectan a los invasores y los inmovilizan. Los linfocitos T actúan como si fueran soldados: destruyen a los invasores que ha detectado el sistema de inteligencia.

CÓMO FUNCIONA

Cuando el cuerpo detecta sustancias extrañas que lo invaden (antígenos), el sistema inmunitario trabaja para reconocerlas y eliminarlas. Los linfocitos B se encargan de fabricar anticuerpos. Se trata de unas proteínas especializadas que localizan e inmovilizan a antígenos específicos. Los anticuerpos siguen existiendo en el cuerpo de una persona. Por lo tanto, si el sistema inmunitario se vuelve a encontrar con ese antígeno, dispondrá de anticuerpos para que desempeñen su función. Por eso, cuando una persona contrae determinada enfermedad, como la varicela, lo más habitual es que no vuelva a contraer esa enfermedad.

Esto también explica que las vacunas sirvan para prevenir algunas enfermedades. Una vacuna introduce en el cuerpo el antígeno de una forma que no hace que la persona vacunada enferme. Pero permite que el cuerpo fabrique anticuerpos que la protegerán de futuros ataques por parte del germen causante de esa enfermedad.

Aunque los anticuerpos pueden reconocer un antígeno e inmovilizarlo, no lo pueden destruir sin ayuda. Esa es función de los linfocitos T. Estas células se encargan de destruir a los antígenos que han sido inmovilizados por los anticuerpos o a aquellas células que se han infectado o que han cambiado por algún motivo. (Algunos de los linfocitos T se llaman «células asesinas» o «células k» (del inglés, killer). Los linfocitos T también ayudan a indicar a otras células (como los fagocitos) que desempeñen su función. Los anticuerpos también pueden:

  • Neutralizar toxinas (sustancias venenosas o perjudiciales) fabricadas por distintos organismos.
  • Activar un grupo de proteínas llamadas complemento que también forman parte del sistema inmunitario. El sistema del complemento ayuda a destruir bacterias, virus y células infectadas.

Todas estas células especializadas y partes del sistema inmunitario ofrecen al cuerpo protección contra las enfermedades. Esta protección se llama inmunidad.

Los seres humanos tienen tres tipos de inmunidad: la innata, la adaptativa y la pasiva.

  1. La inmunidad innata: todo el mundo nace con una inmunidad innata (o natural), un tipo de protección general. Por ejemplo, la piel actúa como una barrera para impedir que los gérmenes entren en el cuerpo. Y el sistema inmunitario sabe reconocer cuándo algunos invasores pueden ser peligrosos.
  2. La inmunidad adaptativa: la inmunidad adaptativa (o activa) se desarrolla a lo largo de la vida de una persona. La inmunidad adaptativa se desarrolla cuando la gente se va exponiendo a enfermedades o se inmuniza a ellas a través de las vacunas.
  3. La inmunidad pasiva: la inmunidad pasiva es un tipo de protección «prestada» de una fuente externa y es de breve duración. Por ejemplo, los anticuerpos que contiene la leche materna proporcionan al bebé una inmunidad temporal contra las enfermedades a que se había expuesto su madre. También se incluye en este grupo de forma artificial: las vacunas.

Hábitos rutinarios para mejorar la inmunidad

  • Gestiona el estrés, practica cualquier protocolo de relajación: no todas las personas atraviesan correctamente las situaciones de forma tranquila y relajada, pero justo eso, estar en un estado de no-alerta, es un factor positivo para la inmunidad. Está bien datada la relación entre el cortisol y estrés. Parece que una hipercortisolemia altera la red de citoquinas inflamatorias
  • Realiza ejercicio: Mejorar el estatus del tejido muscular optimizará el sistema inmune al elevar la cantidad de la glutamina, aminoácido más frecuente en el tejido muscular y esencial para el sistema inmune
  • Aumenta la calidad y la cantidad del sueño: en las viviendas se suelen dar bastantes factores que empeoran o entorpecen el descanso. Las luces blancas después de la puesta de sol (inhibición parcial y total de la melatonina), el consumo rutinario de estimulantes, las comidas cercanas al momento de dormir o no tener una rutina horaria estable de ir a la cama pueden impactar negativamente en uno de los momentos más importantes del día. El sistema inmune es responsable del aumento de sueño relacionado con la infección. Aumenta las citoquinas proinflamatorias que harán un entorno desfavorable para el microorganismo patógeno .
  • Eleva la exposición solar: el déficit de vitamina D es un problema de salud pública. Esta vitamina tiene receptores en varias de las células del sistema inmune por lo que parece que juega un papel importante en la autoinmunidad.
  • Alimentos ricos en Zinc: chocolate negro, arroz integral, huevos , carnes (ecológicas y alimentadas con pasto preferiblemente), semillas y cacahuetes.
  • Hierro: carnes, mariscos, frutos secos, verduras de hoja verde, legumbres y espirulina.
  • Vitamina C: grosella, perejil, pimiento rojo, coles de Bruselas, brócoli, kiwi, papaya y naranja .
  • Vitamina A: lácteos, zanahoria, brócoli, batata, col, espinacas, melón, mango, albaricoque, carne y pescado (ecológico o salvaje).
  • Vitaminas B: legumbres, sardinas, huevo, salmón, frutos secos y vegetales.
  • Cebolla y ajo en las comidas: parecen participar a una acción antimicrobiana y antiinflamatoria en vías superiores.