Si una palabra se ha empleado esta legislatura, que entra en su recta final, ha sido la del déficit, un cultismo procedente del latín que es ya un término demasiado familiar en la vida de los ciudadanos. Hasta en más de dos mil ocasiones se ha pronunciado en más de dos centenares de debates parlamentarios, propiciados porque la presidenta de Aragón, Luisa Fernanda Rudi, empezó a gobernar con la clara premisa de sostenerlo y cumplir así con las directrices europeas que amenazaban a las administraciones públicas con intervenirlas. Si los dos primeros años cumplió los objetivos --con sufrimiento y sacrificios ciudadanos y también políticos-- este último se ha fallado y sus presunciones se han desmoronado.

En la primera intervención en las Cortes de Rudi como presidenta no empleó ni una vez el término. Sí lo hizo en la réplica en los grupos, para asumir que ese era uno de los objetivos. El déficit comenzó a ser familiar tras el primer año de gobierno. En el debate del estado de la comunidad, aseguraba que Aragón debía liberarse "de la pesada carga de la deuda y del déficit, que nos impide avanzar y salir de la crisis". Rudi aseguraba que "la deuda (que también ha crecido un 61% estos años) ha actuado como una cinta transportadora que nos permitía avanzar sin hacer el esfuerzo de caminar. Otros, pagaban lo que nosotros nos gastábamos. Ahora, ese suelo, esa cinta transportadora se ha parado, y, si queremos seguir avanzando, tenemos que caminar por nosotros mismos".

¿La herencia recibida?

Desde hace año y medio no alude con tanta asiduidad a la herencia recibida, pero lo hacía, criticando lo que ahora le ha sucedido a ella: "En Aragón, por el crecimiento desaforado de la deuda desde el año 2008, lo que nos ocurre es que en el año 2011 hemos dedicado, se dedicaron a pagar intereses de la deuda por 125 millones de euros. Que en el año 2012 hemos dedicado a pagar intereses de la deuda 175, casi treinta mil millones de las antiguas pesetas. Pero es que en el año 2013 vamos a tener que dedicar a pagar intereses de la deuda 290 millones de euros; es decir, vamos a estar casi en más de cuarenta y cinco mil millones de las antiguas pesetas gastadas en pagar los intereses de la deuda que los gobiernos anteriores generaron, y que no vamos a poder dedicar a políticas de dependencia, a políticas de sanidad o a políticas de ayuda a la tercera edad". Entre aplausos de su bancada, decía que "ese es el problema del déficit y de la deuda". Pero esta última sigue creciendo.

Un año después, presumía de que gracias al cumplimiento con el objetivo, por ser "un Gobierno serio", no se habían subido "los impuestos, no se ha establecido el euro por receta, no se ha establecido el céntimo sanitario, ha habido deducciones, se está reduciendo el impuesto de subvenciones, se ha cumplido el objetivo de déficit, en definitiva, señorías, porque hay un Gobierno serio que, además de hacer la cosas, tiene la costumbre de pagarlas. Esa es una de las razones fundamentalmente por la que están consiguiendo sus objetivos". Todo esto cuando defendía el Plan Impulso. Es más, vaticinaba que "los ajustes que hubo que hacer el año pasado este año ya se queden consolidados y tengamos mayores recursos para utilizarlos en esas medidas de incentivación que hemos estado comentando".

Por desgracia, no ha sido así y el tono de las intervenciones, de las que estos párrafos extraídos del diario de sesiones de la Cámara son una mínima muestra (incluso menos eufórica que la que empleaban en ocasiones determinados consejeros o parlamentarios populares), deberá ahora cambiar.