La conexión de Zaragoza con Barcelona a través del AVE no solo acercó la costa catalana a la capital aragonesa, sino que también arrimó todavía más algunas de las principales ciudades de Francia a la ciudad, además, sin tener que bajarse del convoy. De esta manera, la nueva línea permitió llegar a Marsella en unas seis horas y media, en un trayecto que pasa por otras localidades del país vecino como Perpignan, Narbona, Montpellier, Nimes o Avignon. Esta nueva oferta de transporte, sumada a que los dos aeropuertos más grandes de España se quedaron a una hora y media de Zaragoza, ampliaron sustancialmente las posibilidades de viajar desde la ciudad al extranjero. No serían estos dos factores los únicos que abundaron en la internacionalización de la ciudad; el destino de París también se recortó, puesto que desde Barcelona hay trenes directos a la capital francesa. De esta manera, el viajero puede hacer transbordo en la ciudad condal tras llegar hasta allí en el AVE.