Javier Cardesa se aprovechó de su antigua condición de legionario y pastor --su padre, José, también se dedica a esta actividad-- para evitar con agilidad a las Fuerzas de Seguridad durante cuatro años. Nacido en Pamplona (Navarra) en 1964, vivía de forma bastante precaria a pesar de sus acciones como atracador de bancos --estaba en números rojos -- y era capaz de sobrevivir en condiciones extremas. De hecho, se escondía en zulos excavados en el monte y empleaba los caminos forestales para evitar los controles policiales gracias a su gran empleo de la brújula. Apodado como El Legionario y El pastor , antes del 2000 sólo había sido detenido una vez por un pequeño asunto de tráfico de drogas y trabajaba como soldador o albañil cuando dejaba a un lado su vida de delincuente. Lleva tatuajes, consume hachís y, esporádicamente, cocaína. La Policía lo define como un atracador "inteligente, meticuloso y peligroso, pero sin una tendencia habitual a disparar". "Sabe cuándo gana y cuándo pierde, respeta las reglas, ha confesado y tiene su propio código para evitar en lo posible daños a los rehenes", admitió el comisario de la brigada de Policía Judicial. Llevaba siempre un mapa topográfico en el que había dibujado 63 círculos, que correspondían a los lugares en los que pretendía seguir actuando, y 15 asteriscos, con las localidades donde ya había cometido atracos. Pero el número de acciones llevadas a cabo podría ser mayor, porque el mapa no estaba actualizado.