El área de Urbanismo y Sostenibilidad que dirige Pablo Muñoz aglutina muchos de los pros y contras de un Gobierno de ZeC poco dado a pensar en grande. Tomó el discurso del «urbanismo de las cosas sencillas» como hilo conductor de los proyectos de poca envergadura y ha acabado semipeatonalizando la calle Don Jaime I por fases y sin consultar. Quizá sea el acuerdo más reconocible de un mandato que, en teoría, iba a terminar solo con el Mercado Central de buque insignia y sin acabar, y ahora tiene en cartera un puñado de proyectos que vender como propios, relacionados con brechas urbanas que se cosen (como la reconversión de los depósitos de Pignatelli o el desbloqueo del Portillo), con joyas en el olvido que resurgen (como la imprenta Blasco o los Baños Judíos) y con demandas históricas que llegan a su fin como la cesión de la avenida Cataluña o la prolongación de Tenor Fleta. Quizá le ayude a que se olvide que sigue sin cerrar la orla este, que ni ha licitado la segunda línea del tranvía ni aprobado el Plan de Movilidad, que no ha ampliado el Bizi (gracias al PP) o que la batalla de Averly la perdió con una de las constructoras que harán torres de viviendas en la capital. D. L. G.