Con la comida que desaprovechan Europa y Estados Unidos se podría alimentar cuatro veces a los mil millones de personas que pasan hambre en el mundo. En Europa cada ciudadano manda a la basura anualmente entre 95 y 115 kilos de comida, los aragoneses tiran 200.000 toneladas de alimentos al año. Estadísticas que demuestran "la vergüenza" que supone la actual redistribución de la comida. Cantidades ingentes de productos, aptos para el consumo, que los países desarrollados desechan mientras en el planeta la gente se muere de hambre.

Ayer, la iniciativa Feeding Zaragoza quiso denunciar estos hechos. El objetivo no era dar comida a los que no acceden a ella sino concienciar a la sociedad, tocar esa parcelita del corazón de las personas para que se den cuenta de que con lo que tiran podrían alimentar a muchos que no tienen ni un trozo de pan para llevarse a la boca. El evento fue promovido por la Alianza Aragonesa Contra la Pobreza y participaron más de cien voluntarios de 34 entidades y oenegés. Se repartieron 1.400 raciones de comida, unos 3.000 kilogramos de fruta y verdura y, sobre todo, se demostró lo que supone el "escándalo global del despilfarro de alimentos".

Del total de lo dado ayer, el 80% de los alimentos procedía de agricultores y productores que iban a tirarlos porque tenían el stock lleno o porque sufrían alguna tara, el 19% de distribuidores y pequeños comercios y el 1% de la basura. Aunque Sonia Méndez, una de las organizadoras, deja claro que todo estaba envasado al vacío y no había estado en contacto con ningún elemento que distorsionara su calidad o pudiera afectar a la salud.

Para ella, la iniciativa fue un "éxito total". Lo hecho ayer, dice, no era el fin sino solo un principio. "Un acto de denuncia" para ver cómo se puede resolver este tremendo problema. Asegura que se tira a la basura "un tercio de lo que producimos" y que hay que seguir reivindicando otro modelo.

Voluntarios

Uno de los voluntarios, de la oenege¡é Entreculturas, es Francisco Mallén. Indica que no pretenden con la iniciativa dar de comer a aquellos que no tienen, sino demostrar con un acto, "que se vea mucho", que es un sistema "injusto". Cada día, explica Mallén, se ve a gente buscando en los contenedores y es un "absurdo" que habiendo comida en buen estado, que se puede recoger y entregar, sucedan estas cosas.

Allí hubo gente de todas las clases sociales, Sara Bilotto Pons fue con su grupo de scout y después de comer se quedó para ayudar a recoger. Apunta que todos somos humanos y que es "lamentable" que "por nuestra culpa" la gente se esté muriendo de hambre. Todos somos humanos, pero "estamos ciegos, se mueren porque no queremos ayudar".

Para Juan, otro de los asistentes, no se trataba de un acto de caridad ni beneficiencia sino un modo de sensibilizar a las personas ante "el despilfarro del sistema actual de distribución de alimentos". No le ve ningún sentido a que la gente en todo el mundo fallezca por no tener nada para comer y un porcentaje alto de alimentos acaben en la basura.

Daniel Rabanaque va más allá, señala que las cifras no son nuevas pero que parece que todo el mundo se ha acostumbrado y lo ven "como normal". Cree que es algo que se arrastra de "los sistemas políticos y económicos que hemos heredado". Para él, la sociedad lleva años viendo que hay unas tremendas desigualdades y, "con una redistribución mejor, podríamos vivir todos mucho más en paz", apostilla.