Ni sí ni no, ni todo lo contrario. El futuro de la movilidad en Zaragoza solo tiene claro que en los próximos cuatro años no pasará por construir una segunda línea del tranvía. Mientras acechan unas críticas de los partidos de la izquierda, sobre todo de PSOE y ZeC, que en el 2018, con la salida del plan de ajuste y enfrentada en sus cuitas personales, dejaron escapar la única posibilidad real que ha existido de licitar las obras. Cuanto más tiempo pase, más añorarán la oportunidad perdida, mientras asisten al compás de espera que marca para casi todo la auditoría de las cuentas encargada por el equipo de Gobierno PP-Cs.

Todos sus ataques van dirigidos a ese «rechazo ideológico» que los conservadores nunca han ocultado. Desde antes incluso de que funcionara la línea 1, cuando se auguraban innumerables atropellos mortales en el paso por el Coso (ni un solo accidente ahí en ocho años), el PP de Eloy Suárez prometía desterrar la idea de una segunda línea. Y ahora que Jorge Azcón puede cumplir su sueño de importar el tranbús, ese vehículo biarticulado que ya funciona en otras ciudades, ni siquiera se defiende como alternativa para el eje este-oeste en el mayor escenario para lanzar apuestas: la Semana de la Movilidad.

Esta siempre se ha concebido como un buen escaparate para trasladar a la calle aquellas ideas para el futuro. De ella surgieron el día mundial sin coches y las futuras restricciones al vehículo privado en el centro amparadas en la contaminación que provocan. Y la respuesta, ayer, de la actual responsable de Movilidad, Natalia Chueca, fue decir que «el Gobierno no va a poner más restricciones al vehículo privado de las que sean necesarias» o que va a «favorecer el uso del transporte público» y hacerlo «más sostenible, confortable y económico que usar el coche», a la vez que apostillaba que «hay veces en los que no se podrá prescindir de él».

También de esta cita con la movilidad se apostó algunas veces por las peatonalizaciones o siquiera por una visión de futuro a corto o medio plazo. Y, con el pasado reciente del boom de la cota cero en Don Jaime I, quizá era buena ocasión para saber si se defiende seguir ese modelo o no. «Vamos a estudiar el Plan de Movilidad Urbana Sostenible (aprobado por ZeC en solitario), para ver si damos solución a todos los retos de la movilidad», con un «estudio más profundo». Leerlo ya es una novedad. Su antecesora en el cargo, Teresa Artigas, no consiguió que lo hicieran estando en la oposición.

Porque ahora, mientras la izquierda se revuelve, el Gobierno sustenta en la «quiebra» la imposibilidad de acometer semejante inversión. Sobre todo si antes hay que gastar 70 millones en La Romareda, que sí es urgente y de interés público.