La crecida del Ebro ha pasado por Zaragoza sin causar grandes daños. Desde primera hora de la mañana de este martes se están realizando inspecciones en todas las zonas afectadas para confirmar que los accesos son seguros. Las urbanizaciones Torre Urzáiz y El Casetón ya han sido abiertas y se espera que en las próximas horas también se reabra Doña Sancha. Por su parte, la residencia de ancianos de Monzalbarba también es segura.

El reducido impacto que la crecida del Ebro está teniendo en el tramo aragonés del río, entre Novillas y Mequinenza, se debe en gran medida a la función desarrollada por los embalses de Yesa y de Itoiz. Situados al norte de la provincia de Zaragoza y en Navarra, respectivamente, durante la actual crecida han llegado a retener entre los dos juntos a razón de más de 1.400 metros cúbicos de agua por segundo, procedente sobre todo de los ríos Aragón, Esca y Arga.

«Ha sido una tarea complicada, pues los embalses debían ir soltando la reserva paulatinamente con el fin de hacer sitio para nuevos aportes, manteniendo el equilibrio entre lo que podían contener y lo que se soltaba», explica un representante de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE).

Yesa en particular, afirma el portavoz, «ha sido una pieza fundamental, gracias a herramientas como el Sistema Automático de Información Hidrológica y el Sistema de Ayuda a la Decisión», añade.

En algunos momentos, cuando la llegada de agua al embalse era más abundante, por cada 800 o más metros cúbicos por segundo que entraban se soltaban solo cinco al cauce del Aragón, que desemboca en el Ebro cerca de Tudela. Y otro tanto sucedía en Itoiz, en la cuenca del Arga, donde salían 15 metros cúbicos por segundo por cada 550 metros cúbicos que engrosaban las reservas del pantano. Este tira y afloja se mantiene incluso en estos momentos, con variaciones en los valores de entrada y salida en función de las circunstancias.

Esto explica en parte que la punta de la crecida haya pasado este lunes por la ciudad de Zaragoza, a razón de 1.533 metros cúbicos por segundo, sin causar daños reseñables. A las seis y media de la tarde, de hecho, todavía no había sido necesario que los bomberos salieran para realizar achiques en el tramo urbano del río.

De hecho, el plan municipal de emergencias del Ayuntamiento de Zaragoza, activado en su fase 1 de las 3 posibles, ha sido desactivado a última hora de la tarde, una vez comprobado que no se producían incidencias.

El concejal delegado de Bomberos, Alfonso Mendoza, ha explicado que el caudal registrado, más de 1.500 metros cúbicos por segundo, es muy inferior al que se había pronosticado, que era de 1.900 metros cúbicos.

Sin embargo, pese a que no se han registrado daños y las defensas han funcionado, un grupo de alcaldes del PP en Aragón han exigido que se invierta en la reparación de las motas.

TRANQUILIDAD EN LA RIBERA BAJA A LA ESPERA DE LA AVENIDA

Los pueblos de la Ribera Baja del Ebro, adonde se dirige ahora la crecida, confían en que las motas que protegen las orillas resistan la presión de la corriente. «Los diques de las orillas se han reforzado tras los últimos episodios y esperamos que no haya daños cuando nos alcance el grueso de la avenida», señala Jesús Morales, alcalde de Quinto.

No obstante, el regidor subraya que «todavía quedan cosas por hacer» en las márgenes del río, en especial la retirada de la vegetación seca que obstruye el cauce y las orillas. Morales asegura que esperan sin nerviosismo la llegada de la riada porque han visto que apenas ha tenido efectos negativos en la ciudad de Zaragoza y que los registrados aguas arriba son leves, a excepción de los varios centenares de hectáreas de tierras de cultivos anegadas en Novillas.